Relatos

Ocupación haitiana

Dos años después de la salida permanente de la familia Chasséiau, los franceses residentes en Samaná, con motivo de la declaración de independencia de los dominicanos de diciembre de 1821 que duraría muy poco y que sería conocida como la Efímera y con el apoyo de los españoles en Puerto Rico, enviaron un emisario a Martinica para que el almirante Jacob se trasladase a Samaná con sus barcos y la ocupara y así ayudar a los dominicanos quienes estaban frente al gran peligro de una invasión haitiana.  
Francisco de Paula Mueses, el mismo sacerdote que había bautizado a Chassériau en Samaná, también trató de oponerse a la invasión haitiana.  Jacob llegó con sus buques, pero ante la presencia de tropas haitianas y la amenaza del presidente Boyer de matar a todos los franceses aún residentes en toda la isla, optó por retirarse, llevándose a algunos de los colonos franceses.  La ocupación haitiana duraría veintidós largos años.

Uno de los primeros actos de Boyer fue la construcción en 1822 un fuerte en Los Cacaos, frente al cayo “del Levantado”.  Un documento haitiano de esa misma fecha explica cómo en El Limón “se ha visto al comercio ofrecer suministros a grandes barcos y buques corsarios para sus correrías”.  Para evitar eso los haitianos construyeron en la boca del río Limón un pequeño fuerte, con varios cañones.

En 1824 Boyer, el presidente haitiano, quien controlaba toda la isla, negoció con cuáqueros de Filadelfia, un grupo religioso, el envío de unos seis mil esclavos libertos norteamericanos a la isla, radicándose unos doscientos de ellos en Samaná.  Provenían de Filadelfia.  Esto coincidió con la fundación de la República de Liberia, en África, también conformada por esclavos libertos norteamericanos.  El propósito era establecer sociedades conformadas por esclavos libertos y comandados por ellos mismos.

Estos ex esclavos pertenecían a la Iglesia Africana Metodista Episcopal y de esa forma surgió en la costa Sur de Samaná, así como en El Limón, en la costa Norte, un nuevo núcleo ético con apellidos ingleses, angloparlantes y protestantes.  En 1844 se adherirían a la causa independentista y se opondrían en 1861 a la anexión a España.  Sus fiestas religiosas incluyen un culto anticiclónico  )”storm meeting”), fiestas de cosechas, “watch nights”, etc.  Aislada como estuvo Samaná, este grupo se estuvo casando entre sí hasta mediados de los años cincuenta del siglo XX.  Etnomusicólogos y expertos en el inglés de los afro-americanos han estudiado a los “americanos de Samaná” pues estos lograron preservar sus costumbres durante décadas.

La ocupación haitiana también resultó en el envío por parte de Boyer de un grupo de haitianos a Tesón, al Norte del poblado de Samaná y estos conservaron su lengua cróele hasta mediados del siglo XX.  Un tercer grupo, inmigrante de las islas Turcas, angloparlantes y protestantes, también se radicó en Samaná.

Los esfuerzos por vender o arrendar a Samaná

Francia presionó a Boyer para el repago de una deuda y como ya Haití controlaba la isla entera el antes referido cónsul francés  Lavasseur surgió a su gobierno negociar la península y bahía de Samaná a cambio de una reducción de esta deuda. Para esa época de Había localizado un depósito de carbón de huella en costa Sur de la península, el cual podría proveer de combustible a los barcos de vapor, lo que incrementaba su valor.

Una vez los dominicanos obtuvieron su independencia de Haití en 1844, fueron los propios dominicanos quienes trataron de vender la península y bahía ya fuese a Estados Unidos, Inglaterra, Francia o España, a cambio de algún tipo de protección contra futuras invasiones haitianas. Pero nada se concreto al respecto pues cada una de esas potencias bloqueaba los esfuerzos de las otras. En el 1851 un censo de la ciudad de Samaná  arrojaba 1721 almas entre las cuales había trescientos ex clavos americanos y sus descendientes. El resto eran dominicanos de origen francés o español. Sir Robert Schomburgk, el cónsul    ingles, visitó la bahía en el 1853 lo que resulto un largo reporte y un muy detallado plano . El cónsul explico como el Lidon era el lugar donde se unían todos los caminos para proseguir hacia Matanzas, San Francisco de Macorís, etc. Agrega que en la desembocadura de río Limón todavía estaban tres cañones, pero estaban desmontados. Fe el primero en reportar los yacimientos arqueológicos y las pinturas rupestre en las cuevas los Haitises, cerca de Sabana de la Mar. Se sorprendió de que cerca del poblado de Samaná  le hablaron en inglés, español y francés.