En la parte occidental de la isla los soldados franceses se rindieron a los ingleses el 30 de noviembre de 1803, pero el general que comandaba la guarnición de Montecristi, Jean-Louis Ferrand, no quiso entregarse.
Con seiscientos soldados se dirigió a Santo Domingo, donde depuso al comandante de la plaza, al también general francés Kerverseau, y lo embarcó en un buque mercante que se dirigía a Europa
Ferrand emitió un decreto, el 6 de enero de 1805, mediante el cual autorizó a los residentes en el Santo Domingo Español a pasar a Haití a secuestrar niños y niñas de hasta catorce años de edad, que serían esclavos de sus secuestradores.
Dicho decreto provocó la ira del presidente haitiano Dessalines, quien se puso al frente de una de las dos columnas invasoras que penetraron en la parte oriental de la isla, a fines de febrero de 1805.
Mientras él comandaba la que avanzaba por el sur, integrada por unos doce mil hombres, un antiguo esclavo, Henri Christophe, dirigía la que venía por el norte, formada por unos ocho mil soldados.
Unos doscientos residentes en Santiago, capitaneados por Serapio Reinoso del Orbe, trataron de impedir que la columna del norte pasara por dicha ciudad en su marcha hacia la capital, el 28 de febrero de 1805. Fueron derrotados. Luego fueron asesinados civiles indefensos.
El 7 de marzo de 1805, ambas columnas invasoras se juntaron ante las murallas de Santo Domingo. La ciudad tenía, en esos momentos, seis mil habitantes.
Dos mil defensores franceses y domínico-españoles resistían el sitio que los haitianos les habían impuesto desde hacía veintiún días, cuando el 28 de marzo una escuadra naval francesa, bajo el mando del almirante Missiessy, vino a auxiliar-los con alimentos, medicamentos, municiones, dinero y dos batallones.
Dessalínes emprendió el regreso a su país al día siguiente. En su retirada las tropas haitianas cometieron muchos asesinatos, incluso de sacerdotes, mujeres y niños, e incendiaron a Monte Plata, Cotuí, San Francisco de Macorís, La Vega, Moca, Santiago, San José de las Matas y Montecristi.
Fue en esa ocasión cuando el 3 de abril de 1805 Cristóbal llevó a cabo una matanza en la iglesia de Nuestra Señora del Rosario en Moca. Murieron más de quinientas personas. Otra masacre fue efectuada en Santiago por las mismas tropas, tres días después.