Salud

Cómo afectan a la salud los cambios bruscos de tiempo

Los cambios bruscos de tiempo pueden debilitar el sistema inmune y hacernos más vulnerables a infecciones respiratorias.

El mito de que el frío hace que nos resfriemos está cada vez menos vigente, pero hay una realidad innegable, y es que, cuando este llega, especialmente cuando cambios de temperatura son bruscos, la salud de muchas personas se resiente de un modo otro. Más infecciones respiratorias, problemas vasculares, cardiacos … veamos cómo nos pueden afectar los cambios de tiempo y qué hacer para minimizar las molestias.

Más infecciones y molestias respiratorias

El frío en sí mismo no es el causante de que nos resfriemos, pues son los virus los responsables de catarros y gripes. Es decir, que si no estamos en contacto con ningún virus, ya podemos pasar todo el frío el mundo que no nos vamos a acatarrar. Sin embargo, pasar frío sí nos hace más vulnerables a estos cuando están presentes. Aunque se ha investigado mucho sobre el tema y algunos puntos no están del todo claros, hay dos puntos indiscutibles: los virus viven más y mejor cuando las temperaturas son bajas y el ambiente seco y el sistema inmune se debilita con el frío. Además, pasar más tiempo en interiores cerrados también facilita que los virus se contagien, como bien hemos aprendido gracias al coronavirus.

El sistema inmune se debilita cuando bajan las temperaturas debido a la vasoconstricción, pues el cuerpo concentra el calor en las zonas que más tiene que conservar la temperatura (corazón y otros órganos vitales) y ‘sacrifica’ otros, como la zona nasal. En esta zona, las mucosas se vuelven más espesas, lo que provoca que tardemos más en eliminar los patógenos. Además, los cilios (pequeñas vellosidades que tenemos en las mucosas nasales y que también atrapas los virus) pierden movilidad con el frío, lo que impide que controle tan bien el paso de microorganismos.

Estas infecciones suelen ser benignas y desaparecer en unos días, pero hay pacientes vulnerables o con patologías previas en las que se puede complicar, como personas con EPOC, asma, enfermedades cardiovasculares, vasculitis o con problemas inmunológicos.

Más riesgo cardiovascular

Otro de los efectos de la vasoconstricción que provoca el frío es un empeoramiento de las afecciones cardiacas debido al aumento de la presión arterial y de la frecuencia cardíaca. Esto se traduce en un aumento del riesgo cardiovascular y, en consecuencia, de padecer infarto de miocardio y de formación de trombos, es decir, de trombosis cerebrales (ictus). De hecho, un estudio publicado en la revista Science Daily y llevado a cabo por la Universidad de Michigan probó que el riesgo de infarto cardíaco aumenta un 5% por cada fluctuación de cinco grados de temperatura, tanto cuando se reduce la temperatura como cuando se eleva. Además, en pacientes con diabetes, este efecto vasoconstrictor puede producir o agravar isquemias (cuando el flujo sanguíneo al corazón se reduce e impide que el músculo cardíaco reciba suficiente oxígeno).

Empeoran las dolencias musculoesqueléticas

No, no es un mito que cuanto el tiempo cambia, especialmente cuando cambia a un ambiente sustancialmente más frío, los huesos y las articulaciones se resienten. No sé sabe muy bien qué ocurre, pero lo cierto es que la mayoría de las personas con enfermedades reumáticas nota un empeoramiento de los síntomas (dolor y falta de movilidad) cuando bajan las temperaturas. Lo que sí está demostrado es que el frío induce a que los músculos se contraigan, y cuando una contracción muscular se mantiene en el tiempo, puede agravar dolencias. Por tanto, aunque el frío no sea el responsable de las enfermedades reumáticas o los dolores articulares, sí los empeora.

Peor estado de ánimo

Cuando disminuyen las horas de luz y empieza el de frío el estado de animo también se resiente, debido, sobre todo, a que una disminución luz solar afecta a la secreción de sustancias relacionadas con el estado de ánimo, como la serotonina o la dopamina. Si, además, el cambio es brusco, este descenso es más acusado y puede provocar lo que se conoce como astenia invernal. En la población general, esto puede traducirse en estar unos días más decaídos, pero en una persona que tenga trastornos del estado de ánimo, como depresión, su estado puede agravarse.

Cómo paliar los efectos de los cambios de tiempo

Si nos preparamos de antemano cuando veamos las bajadas de temperatura venir, podemos tomar algunas precauciones que nos ayuden a minimizar sus efectos:

•Llevar una alimentación equilibrada para evitar déficits de nutrientes que intervienen en el sistema inmune, como vitamina D, zinc, hierro o selenio.

•Usar ropa adecuada para evitar que se enfríen determinadas zonas del cuerpo.

•Evitar permanecer en ambientes muy cerrados mucho tiempo. Si lo hacemos, aunque no sea obligatorio, podemos ponernos una mascarilla.

•Salir a la calle y caminar. Esto ayuda por varios motivos: movilizamos músculos, articulaciones y huesos; compensamos la falta de horas de luz solar; y el ejercicio ayuda a reforzar el sistema inmune y a elevar el estado de ánimo.

•Dormir lo suficiente, pues la falta de sueño debilita el sistema inmune, nos hace comer peor y altera el estado de ánimo.