Las enfermedades circulatorias tienden a ser fenómenos complejos y multifactoriales a los que contribuyen muchos aspectos diferentes. Ahora, una investigación ha encontrado que el tipo sanguíneo puede ser una de estas cuestiones.
El tipo más común, el de menor riesgo
Tal y como explica un artículo publicado en el medio científico Neurology, las personas con el tipo de sangre A podrían tener un riesgo ligeramente mayor que las demás de padecer un ictus precoz. Por el contrario, quienes tienen el tipo O, el más común, tenían un riesgo menor.
Esta es la conclusión que extraen los autores tras realizar un meta-análisis de 48 estudios sobre genética e ictus isquémico, con una población total de 17.000 pacientes con ictus y 600.000 controles que nunca habían padecido tal patología.
Con estos datos, y tras ajustar factores de riesgo como el género, los investigadores obtuvieron que las personas con el grupo sanguíneo A tenían un 18% más de probabilidades de sufrir un ictus temprano que el resto de grupos, mientras que las que tienen sangre de tipo O tienen un riesgo un 12% menor.
Un aumento «modesto»
Aún así, estos autores resaltan que, aunque los porcentajes puedan resultar llamativos, en términos absolutos el aumento de riesgo es muy modesto, por lo que recomiendan que las personas con el tipo A no se preocupen especialmente por el riesgo de padecer un ictus temprano y que no es necesario que esta población se someta a pruebas médicas o de detección adicionales en base a este hallazgo.
Respecto a las causas, especulan que, si bien no están claras, podrían estar relacionados con los factores de coagulación de la sangre y en otras proteínas circundantes, que desempeñan un papel importante en la formación de coágulos sanguíneos. De hecho, algunas investigaciones previas ya habían encontrado que esta demografía tenía un riesgo ligeramente mayor que la población general de desarrollar trombosis venosa profunda.