Aunque todo se desarrolla con normalidad, la escolaridad en el municipio San Antonio de Guerra, de la provincia de Santo Domingo, está permeada por diferentes situaciones, que se balancean entre negativas y positivas y que, poco que mucho, preocupan a la comunidad escolar.
La sobrepoblación estudiantil en las escuelas públicas, es una de ellas. Hay varios centros ubicados bastante cerca uno del otro en la zona céntrica del municipio; sin embargo, por más grande que parezca un plantel, dentro de una sola aula convergen entre 40 y 50 niños, cuando el número máximo recomendado por los expertos del área es de 30.
En el caso particular de la escuela Leonor María Feltz, 1,077 estudiantes convergen en 30 aulas y, de acuerdo a su directora, Cándida Gómez, en la mayoría de los grados se reparten más de 40, situación que dificulta el aprendizaje eficaz.
“Aquí desde hace dos años, en 2021, empezaron a construirse unas 8 aulas y todavía a este momento, no se nos han entregado. Pero lo importante es que están trabajando y que por lo menos ya están echando la zapata”, refirió Gómez.
La escuela Mario Amador, de modalidad secundaria, la matrícula es de solo 409 adolescentes y jóvenes; sin embargo, no cuentan con un comedor, aún siendo de tanta extendida, por lo que deben almorzar en sus aulas lo enviado diariamente por el Instituto Nacional de Bienestar Estudiantil (Inabie). Según refirieron diferentes directores de centros educativos en Guerra, este año lectivo, que casi tiene dos meses, arrancó con mucho entusiasmo por parte del alumnado y ha dejado sus luces y sombras.
“Uno de los factores que influye en que los muchachos hayan entrado con el ánimo tan arriba, es que tenían mucho tiempo fuera de la escuela, además de que al vivir la mayoría en el mismo entorno, se conocen y hay una familiaridad que normalmente se agota durante los primeros meses”, afirmó uno de los directivos.