Fue la heroína que sobrevivió al martirio, la persecución, los vejámenes, la cárcel, el descrédito y la humillación en el “Foro Público”, en el que la escarnecieron.
Personeros de la dictadura de Trujillo la atropellaron al descubrir su lucha clandestina contra el régimen, canalizada a través del Movimiento 14 de Junio. La conquistaron Minerva, Patria y María Teresa Mirabal, tan inconformes como estaba ella con la situación reinante. Les preocupaban los compañeros presos y desaparecidos, la desigualdad social, las injusticias.
Después de las torturas y las burlas en el angustioso encierro, fue liberada y amonestada por el propio tirano: “¡Quiero que sepa que de su actitud depende su vida y que si vuelve a complotar le voy a partir el cocote, no me importa que sea mujer!”.
Había pasado los días y las noches en una celda inhóspita, apretujada junto a otras cuatro compañeras en La 40, invadidas por el hedor de las heces fecales de otros presos que las antecedieron.
Después, Santo Domingo fue su prisión. Calieses disfrazados la vigilaban en la casa, la consulta, las calles…
En el libro “Complot develado”, escrito por encargo de Trujillo, tergiversaron su historia revolucionaria y las causas de su desafección.
Se llamaba Asela Mercedes Morell Pérez y además de patriota fue una reputada y sensible médica gineco-obstetra, que se dedicó a atender a los más pobres de la nación a lomo de caballo, atravesando ríos, preparando fórmulas para todas las dolencias hasta que fue a especializarse a Estados Unidos. Volvió a ofrecer sus servicios, en muchas ocasiones sin recibir paga.
Hoy se ha solicitado una calle para esta mujer valiente, fallecida el 15 de noviembre de 2012, y ninguna autoridad oficial ha respondido a la propuesta del diputado Fidelio Despradel solicitando que la vía donde vivió la dama durante más de medio siglo, lleve su nombre.
Su militancia, su activismo contra la tiranía y la entrega desinteresada a los humildes, merecen más que esa pequeña calle, solamente bautizada como “Primera”.
“Muy reservada”. La doctora era siempre discreta y reservada, no buscaba protagonismos ni reconocimientos. Fue ya en su retiro cuando comenzó a conceder entrevistas y solo hablaba de su vida profesional y de su enfrentamiento con Trujillo.
De sus facetas humanas hablan Digna Cristina Matos Cerda y Nidia Mercedes Cerda, dos hijas que acogió como propias junto a Juana Antonia Cerda, la madre biológica que vivió junto a Asela y sus padres desde 1952. Además la recuerda la laureada escritora Aidita Selman, amiga de la familia.
“Fue un privilegio haber sido criada por ella”, exclama Digna. Juana abandonó la casa de los Morell Pérez para casarse, pero a los cinco años murió su esposo y Asela la trajo de nuevo, con las dos niñas. Ya había visitado a Juana en Neiba con sus padres y aconsejó al recién casado: “Cuídela mucho, porque ella tiene familia”.
Digna y Nidia se enternecen, lloran, sonríen, relatando sus vivencias con esta madre que les exigía estudiar. Digna era la más cercana y Asela murió en sus brazos a los 93 años. Estudió sociología, administración hotelera, psicología y trabajó como docente en la Universidad Madre y Maestra y en INTEC. Hizo maestría en la UASD.
Nidia se graduó de patronista, modista y diseñadora en Italia, donde la envió Asela y donde ha sido galardonada por sus diseños. Lleva 32 años residiendo en Europa.
Juana recuerda el día del apresamiento de Asela por agentes del SIM: “Fui a la casa de los Bonnelly a decirles que se la habían llevado presa, pero ellos no abrían, temerosos porque también se habían llevado a su hijo Rafael Francisco”, narra. Este era también del 14 de Junio y pariente de la facultativa.
Otros compañeros de lucha fueron María Mercedes Rodríguez, hija de Juancito Rodríguez, Pipe Faxas, Sina Cabral, Juan Tomás y Modesto Díaz…
“Aunque a madrina le gustaba la política salió de esa actividad por las intrigas. Cooperaba aportando dinero a fundaciones, decía que había otras vías de ayudar y servir”, manifiesta Digna.
Asela tuvo consultorio durante años en la calle Mercedes y en el Centro Médico UCE y la clínica San Rafael. Digna y Nidia fueron sus secretarias en algunos momentos. También daba consultas en “La hora de Dios” y visitaba pacientes a domicilio.
Para las chicas, ella siempre fue la doctora y Juana fue mamá. Pero Asela les preparaba el desayuno con sus jugos y les administraba sus vitaminas. Las llevaba a La Salle y al Carmelita. Al despertarlas les preguntaba cómo habían dormido y conversaban al regreso de clases. “Tuvimos dos madres. Lo que decía una, la otra no lo rebatía”, sostiene Digna.
“Era sumamente honesta, disciplinada sin ser obsesiva, con capacidad para escuchar. Venían muchas personas a contarle problemas de sus vidas y ella se convertía en psicóloga”.
Agrega que “era muy discreta” y que murió “de una manera elegante. Nos decía: ‘dejen que el proceso siga, que yo he vivido bastante y creo que no lo he hecho tan mal”, recuerda Digna. Aunque tenía geriatra siguió sin recargarse de medicamentos y analgésicos. Sufrió una caída a los 84 años al salir del consultorio de la Mercedes y se rompió la muñeca. Se retiró.
Digna comenta: “Lo que soy como persona se lo debo a ella, modelo de integridad, que trataba a las personas con respeto, era un ser cariñoso, honesto, no hablaba mentiras”.
Nidia la evoca cómplice cuando ella comenzaba a hacerse adolescente, sin transigir con los principios inculcados. “Nos llevaba a las tiendas, el Teatro Nacional y nos presentaba como sus hijas. Se preocupaba por nuestra formación cultural”.
Aidita Selman disfrutaba ese ambiente de felicidad, respeto y cariño que se respiraba en ese hogar, “sin padre, solo madres e hijas y a pesar de eso logró ser paradigma, fundada en el amor y el respeto”.
Digna concluye: “¡Qué decepcionante debió haber sido para ella haber visto en qué paró este país después de tanta lucha, tanta sangre, tanta gente valiosa! No fue lo que estas personas idearon”. “Yo pensé que nos iba a ir mejor”, repetía la médico.
Asela Mercedes nació en Santiago el 18 de marzo de 1919, hija de Viterbo Morell Espaillat y Ana Delia Pérez Gutiérrez. Se graduó de medicina en 1947, y luego obtuvo posgrado en el Margaret Hogue Maternity Hospital, de Hudson, County, New Jersey.
La calle. La propuesta para que se designe la calle “Primera” de La Esperilla con el nombre de Asela Morell fue redactada pero no ha pasado de ser un proyecto.
La vía “va de la calle Pedro Henríquez Ureña a la Capitán Eugenio de Marchena”. El proyecto lo firma Fidelio Despradel Roque, diputado por el partido Alianza País.
Tomado de https://hoy.com.do/