Santiago. La improvisación de barrios en zonas vulnerables comienza a pasar factura en el sector Cienfuegos, donde decenas de casuchas están a punto de colapsar.
En la cañada del barrio Santa Lucía unas 52 viviendas, construidas en madera y zinc, algunas a mitad de block, han sufrido los efectos de los deslizamientos, mientras otras corren el riesgo de desplomarse por los derrumbes que se producen como secuela de las lluvias. El pastor Pablo Ureña, quien sirve de vocero a los afectados, refiere que al menos cinco casas se han desplomado con personas dentro y decenas de hogares podrían correr la misma desgracia.
Precisa que los niveles de miseria en que viven sus ocupantes obliga a que hasta siete personas duerman en dos camas. Ureña, junto a los moradores de Santa Lucía, espera la mano amiga de las autoridades del Instituto Nacional de la Vivienda y la gobernación provincial, para que dispongan de un plan de desalojo y traslado a una zona más segura.
Lucía Peralta, quien se encuentra postrada en una silla de ruedas después de sufrir un infarto, se queja de que ninguna de las autoridades se ha hecho cargo de este problema. Peralta vive todo tipo de carencia y estrechez, al punto de que se debe asear en la habitación de su precaria casa, debido a que el baño que tenía cayó a la cañada con los deslizamientos registrados.
De acuerdo con Rosa Iris Ramírez, además de la miseria, la delincuencia es otro de los males que enfrentan y como ejemplo citó el caso de Manuel Cabrera, a quien le dieron un balazo que lo dejó paralítico. También se quejan los residentes del barrio La Piña, donde corren las aguas negras, una situación de insalubridad que mantiene preocupados a los residentes.
El desempleo, la contaminación y la marginalidad son parte del diario vivir de los residentes en La Piña, quienes llevan más de seis años exigiendo se instalen tuberías para tener un mejor servicio de agua potable y un drenaje sanitario capaz de recolectar las aguas negras que les afectan.