Santo Domingo. En barrios con calles angostas sin aceras y en casas apiñadas con escasas marquesinas, convive alrededor de medio millón de habitantes en Santo Domingo Oeste, localidad que según los registros históricos, fue habitada hace más de 500 años.
Su red vial la conforman dos únicas vías troncales, la prolongación 27 de Febrero y la avenida Isabel Aguiar, más un conjunto de callejuelas y callejones sin calzadas, ni conexión con otros barrios, lo que constituye el principal estorbo para el desarrollo de esta demarcación.
Si entrar a esta localidad es un viacrucis, salir es aún peor, por los embotellamientos que se forman continuamente, los cuales impactan también las calles internas de los barrios.
El urbanista Marcos Blonda explicó que las razones por las cuales este municipio tiene una red vial deficiente, responde al ordenamiento orgánico que imperó cuando esto era una sección rural de la capital.
“Estas calles eran caminos rurales que al final se convirtieron en calles estrechas. Este municipio comenzó con algunos pobladitos que fueron creciendo y se convirtieron en los grandes sectores que los conforman hoy”, agregó.
Una muestra de su crecimiento sin planificación lo constituye que en su mayor extensión está conformado por barrios con viviendas amontonadas, construidas como los panales de abeja, sobre las aceras, mientras las calles tienen dos o apenas un carril y medio para ambas direcciones.
Vivencias
Para salir de sus barrios es una aventura, expresan taxistas, conductores de guaguas, motoconcho y carros de concho, quienes explican que en un trayecto en el que durarían diez minutos para completarlo, permanecen una y dos horas atascados.
Las calles de este municipio son una especie de laberinto y lo peor del caso es que gran parte de sus vías se interrumpen frente a una casa o un paredón y el resto son las marquesinas de sus habitantes.
Este municipio se encuentra a 11.4 kilómetros al Oeste del centro del Distrito Nacional y cuenta además con otras avenidas secundarias, como la Duarte Vieja, Las Palmas y la carretera de Manoguayabo, con dos carriles para ambas direcciones cada una, así como con la avenida Los Beisbolistas a cuatro carriles, la cual nace en la autopista Duarte y muere en la prolongación 27 de Febrero, donde se genera un cuello de botella cuando se convierte en calle Profesor Roumaldo Rodríguez, de dos carriles.
“El problema que existe en este municipio es que la gente construyó sus casas tomando también las aceras, y ahora los vehículos no caben en las calles, porque tampoco construyeron marquesinas”, dijeron por separado Valerio Belén y Dario Solano, quienes residen en Buenos Aires y el ensanche Altagracia de Herrera.
A esto se suma la falta de espacios para la sana diversión, además de que la gente tiene poco incluso dentro de sus casas. Los niños y adultos utilizan las vías públicas como espacio de recreación y para estacionamiento.
“Hay barios de aquí por los cuales los conductores prácticamente tienen que pedirles permiso a sus pobladores para cruzar, porque ya han hecho una cultura de colocar sus mesas de dominó y canchas móviles en medio de las vías para su recreación”, agregó Belén.
De su lado, el arquitecto Blonda destacó que a pesar de las dificultades que genera el tránsito, tanto el gobierno como los promotores privados de viviendas han construido urbanizaciones bien ordenadas, específicamente en los entornos de las carreteras periféricas que colindan con otra ciudad, donde el acceso es menos tortuoso.
“A la red vial no se le ha hecho nada, pero hay formas de intervenirlas para descongestionar el tránsito, sin embargo como se trata de un municipio pobre que no tiene capacidad económica para hacerlo, es muy seguro que la Alcaldía no haga nada”, aseguró. Describió que aquí existen conexiones capilares de calles estrechas que penetran a las urbanizaciones, residenciales y barrios, pero que no se relacionan unas con otras.
Esta comunidad es pobre de nacimiento, a pesar de que allí se establecieron dos de los primeros ingenios del Nuevo Mundo: Engombe y Palavé.
Dificultades expresadas
“Para nosotros es muy difícil trabajar aquí. Para buscar un cliente o llevarlo, tenemos que dar vueltas y vueltas por los barrios, buscando la forma de llegar a tiempo, porque estas calles no nos dan paso. Nuestros clientes antes de llegar a su destino les damos un tour obligatorio”, dijo el señor Martín González Pérez, de la compañía Pintura Taxi.
Agregó que las vías de esta demarcación no resisten la carga vehicular actual, por lo que dijo esperar que el Gobierno central diseñe un sistema vial, de modo que facilite el tránsito y se disipen los tapones.
“Además, las calles y callejones de aquí son un solo hoyo. En este municipio la única vía que está buena es la Seis de Noviembre, pero a través de ella no hay conexión con los barrios. Si tú coges para Las Palmas, las calles son un solo hoyo; si vas hacia Buenos Aires, las calles están igual de deterioradas; si decides irte por la Isabel Aguiar, encuentras la misma situación; es más, para donde quiera que tú cojas aquí, es la misma dificultad”, se quejó.
La calle Central que conduce al barrio El Café de Herrera es tan estrecha, que cuando dos vehículos se encuentran, uno tiene que detenerse o dar para atrás, porque tiene puntos que solo cabe uno.
“Aquí no se pensó en un futuro y se creyó que siempre iban a circular motores por las vías. No aguantamos los amortiguadores, las gomas se nos dañan, nuestros carros se destartalan rápido. La verdad es que hay bastante vehículos y pocas vías. Esta vía la tapan dos bicicletas”, dijo Daniel Montero, quien trabaja como motoconchista y, pese a circular en una motocicleta, también se agobia con los tapones.
CAMINOS ANTIGUOS
El urbanista Marcos Blonda señaló que este municipio se formó con antiguos parajes rurales que se fueron poblando y sus carreteras fueron los caminos que se hicieron al andar desde los tiempos de la colonia, pero no se ha hecho un plan para cambiar esa estructura vial.