Desde horas de la mañana hasta las 9:00 de la noche el sector capitalino disfrutó de este exquisito plato de la gastronomía dominicana.
Las tradiciones forman parte de la cultura de cada región o país, y estas se hacen acompañar del folklore y la gastronomía para encantar a las personas que son participes o ven estas coloridas expresiones culturales.
El parque Eduardo Abreu o de San Carlos, en la localidad del Distrito Nacional que lleva el mismo nombre, fue el escenario este domingo para que tuviera lugar el quinto Festival Nacional de la Arepa, donde el despliegue culinario y artístico no se hizo extrañar.
Esta actividad surge motivada por la “feria de la harina de maíz”, celebrada hace muchos años en San Carlos, en el marco de sus fiestas patronales, y fue rescatado en el 2019 como el festival de la arepa, donde areperas de otros sectores venden sus ricos platos y una provincia invitada da el color, con sus propios sabores y expresiones artísticas, siendo la de este año, San Juan.
“Quisimos rescatar de nuevo, esa tradición culinaria que tenemos los sancarleños, porque siempre nos hemos caracterizado como los areperos, San Carlos arepa, nuestro equipo de baloncesto en sus tiempos de gloria, la consigna era ‘San Carlos Arepa’”, explicó la organizadora del evento y vicepresidenta de la Casa de la Cultura de San Carlos, Teresa Crusley. La dama, que tiene más de cincuenta años residiendo en el sector y se define como “sancarleña mil por mil”, a pesar de ser de San Francisco de Macorís, se paseaba orgullosa por las carpas, donde además de arepa, se ofertaban otros productos a base de harina de maíz, como el chenchén, chaca, majarete, pastelones, pan de maíz, pastelitos, entre otras cosas.
Desde temprano el espíritu de festividad y convivencia filial se sentía en los alrededores del parque, que pasada las 9:00 de la mañana inició y a las 11:00 la banda del Cuerpo de Bomberos del Distrito Nacional entonó las notas del himno nacional, para proseguir con un amplio programa de actividades. Una carpa con más de 15 platos de arepa, entre dulce y salada, adornaba la mesa que se hacía acompañar de las creadoras de los platos, resaltando entre ellas Lidia Fortunato, quien tiene 35 años realizando arepas como sustento de vida y con lo que crió a sus tres hijos, luego del fallecimiento de su esposo.
“¿Cómo inicie? La necesidad, donde no hay empleo y tú tienes hijos y no tienes las posibilidades, me vi en la necesidad de inventar algo e invente una arepita”, contó la dama de 62 años, sobre su incursión en el arte arepero, con unos 100 pesos en aquel entonces.
Lidia es de Yamasá, pero su emprendimiento inició en Punta de Villa Mella, donde residió hasta hace 10 años, que se mudó a Cevicos, en Cotuí, Sánchez Ramírez y tanto en esta localidad como en Villa Mella ha dejado de herencia en más de 20 mujeres.
la elaboración del plato, damas que ahora subsisten de la venta de arepa.
“Hoy todavía tengo un buen grupo de mujeres y esto es parte de mi herencia, que he dejado y donde quiera que voy”, contó orgullosa.
Sobre la elaboración del plato, expresó que esta puede ser dulce como salada, ella las preparaba ambas y también tiene “la arepa chenchén”, la que elabora con maíz tierno y se caracteriza por la suavidad.
Leche de coco, harina de maíz o maíz tierno, canela, azúcar o sal, son algunos de los ingredientes para la elaboración de las arepas, los cuales pueden variar dependiendo de quién lo prepare.
Actividades
Bajo el sol de domingo, música tradicional e intercambios de compra y oferta, zancos y diablos cojuelos se fue desarrollando la actividad hasta que la delegación artística del granero del sur, hizo presencia, encabezada por la reina de las fiestas patronales de San Juan Bautista, Ayeliz Genao, quien agradeció la invitación de la provincia a la actividad.
El sur profundo se hizo sentir en el centro de la ciudad con palos atabales y salves, a cargo del Grupo de atabales San Miguel, de San Juan y el baile llegó de manos del ballet de la provincia, quienes montaron un espectáculo que causo el revuelo de los presentes, con sus característicos bailes de palos y otras expresiones propias de la provincia.
Otras actividades fueron pinta caritas, talleres, poesía negroide, músicas y bailes, las cuales se extendieron hasta las 9:00 de la noche.