La alimentación juega un papel clave para reforzar nuestro sistema inmunitario. Estos son los alimentos que debes incluir en tu cesta de la compra para evitar resfriados y catarros.
Frío, cambios de temperatura o espacios cerrados con otras personas, estos son algunos de los factores que pueden intervenir a la hora de coger un resfriado. Aunque acudir a un experto siempre será buena idea, una correcta alimentación puede ayudar a mejorar el sistema inmunitario y por ende, hacer que nos recuperemos antes.
La importancia de la inmunonutrición
El sistema inmunológico es el encargado de proteger nuestro organismo contra los distintos agentes externos que son posibles agresores para el cuerpo. Gracias a él contamos con los mecanismos necesarios para defendernos frente a virus y bacterias que puedan producirnos catarros u otro tipo de afecciones. Para ello, nos ofrece diferentes tipos de respuestas inmunitarias: las innatas, la primera reacción del sistema inmunitario frente a los agentes agresores para intentar destruirlos, como en el caso de la inflamación. Y, por otro lado, las respuestas inmunes adaptativas, adquiridas o específicas, aquellas que se desarrollan a medida que crecemos y nos exponemos a distintos patógenos y sustancias dañinas.
Lejos de lo que se pueda pensar, la alimentación tiene una importante repercusión sobre el funcionamiento del sistema inmunitario y la capacidad de su reacción. Como demostración de ello, existe la inmunonutrición, rama de la nutrición que investiga la relación que hay entre los nutrientes, la alimentación y la inmunidad. Para ello, se tienen en cuenta tanto los micronutrientes como los macronutrientes, con la finalidad de mejorar la respuesta de nuestro sistema inmunológico.
Combatir el resfriado a través de la alimentación
Aunque en un contexto de salud, una nutrición correcta no puede hacer que evitemos ser infectados por un patógeno o que padezcamos una enfermedad autoinmune, sí puede hacer más efectiva la respuesta de nuestro organismo y acelerar la recuperación.
Vitamina E: ayuda a reforzar el sistema inmune con el fin de que este logre combatir mejor los virus que lo invaden. También protege a las células de los daños de los radicales libres. Para obtener una correcta cantidad de vitamina E es recomendable consumir un alimentación variada en la que tenga presencia frutos secos como avellanas y almendras u hortalizas de hoja verde como espinacas y brócoli.
Vitaminas del grupo B: tales como B1, B2, B5, B6, B7 B8 y B9 que ayudan a prevenir los daños oxidativos gracias a su poder antioxidante. Además tienen efectos reconstructivos en el organismo. Podemos encontrarlas a través de alimentos como las lentejas o garbanzos, platos muy comunes y beneficiosos en esta época del año.
Ácido Alfa Lipoico: un potente antioxidante que, aunque se produce de forma natural en el organismo, a veces la síntesis no es la suficiente para satisfacer la demanda del organismo. Se denomina antioxidante universal gracias a su capacidad de disolverse tanto en un medio acuoso como en un medio graso. Puede actuar tanto a nivel intra como extracelular, en cualquier parte y a cualquier nivel dentro del organismo. Es un importante antioxidante que actúa frente al envejecimiento, tanto cutáneo como a nivel de los órganos. Se encuentra de manera abundante en carnes rojas, espinaca, brócoli…Siendo también posible aumentar su presencia en el organismo a través de suplementos nutricosméticos.
Betacaroteno: se convierte en vitamina A una vez absorbido por el organismo. Tiene grandes beneficios para el cuerpo, entre los que podemos destacar su participación en el aumento de las defensas del organismo, ayudando a prevenir enfermedades y problemas del sistema respiratorio. Se puede consumir a través de la calabaza u hortalizas como la zanahoria.
Ajo, uva y naranja dulce: el primero se trata de un antibacteriano con importantes propiedades mucolíticas y antitusivas. Asimismo tiene propiedades expectorantes que ayuda a reducir síntomas como la tos seca o el dolor de garganta. Por su parte, la uva y la naranja dulce ofrecen un alto contenido en vitamina C que promueve el buen funcionamiento del sistema inmunitario y aporta propiedades antibacterianas.
Bromelaína: este activo confiere efectos antibacterianos y antiinflamatorios a nuestro organismo. Brinda grandes cantidades de vitamina C, calcio y fósforo, que actúan como escudo frente a la acción de los radicales libres. Una de las frutas que se considera fuente de este compuesto activo es la piña, que integra además otras enzimas digestivas que la hacen un buen aliado de la dieta.
Sin embargo, aunque una nutrición rica en estos nutrientes puede ayudarnos, cada cuerpo es diferentes y existen muchos factores a los que se debe prestar atención para mejorar la dieta y el funcionamiento de nuestros sistema inmune, como la edad, masa corporal, genética…Por ello, será muy importante ponerse en manos de especialistas y que sean ellos los que nos diagnostiquen ciertos suplementos que puedan alcanzar las necesidades nutricionales que requiere cada cuerpo.