La historia de Azua esta matizada de muchos hechos importantes en los ordenes históricos, social, y cultural. Algunos galenos que vinieron a radicarse en esta ciudad, que por su dedicación al servicio y sus aportes a la cultura en general, se hacen merecedores de que siempre se les recuerde con respeto y cariño.
Doctores
Esta el Dr. Simón Striddels, cuyo nombre lleva el hospital de esta ciudad, consagrado medico de origen curazoleño que vino a vivir a esta ciudad en tiempo de Lilis y al que la generación de la época recuerda con el nombre de «Papa mon»
Los Dres. Armando Aybar y Buenaventura Báez Satín, cuya labor se honra con sendas calles a su nombre.
El Dr. Arístides Estrada Torres quien vino en compañía de amantísima esposa Doña Caridad, y quien ejerció ampliamente la medicina social. El Museo que funciona en la Biblioteca Municipal lleva su nombre.
Dr. Gregorio Solano un capitaleño del que Azua se adueño por adopción, del que según cuenta la gente del campo dice que cura solo con ver al enfermo.
Del Dr. Rafael Antonio Cabral Pérez, médico azuano muy querido, dicen que a las personas a quienes Féfen les ha cobrado una consulta, paradójicamente, se le puede llamar dichosas.
Poetas y arte
En lo poético Azua siempre se ha distinguido por ser una cuna de grandes aedos de nombradía, tales como Bartolomé Olegario Pérez autor de «Margaritas»; Héctor Viriato Noboa autor de «Crisálidas Poéticas» y fundador de la Sociedad Literaria y Cultural ATHENE en el año 1925; Héctor J. Díaz autor de «Lo que quiero», así como de otros inspirados líricos que enaltecen el parnaso de este pueblo. En el aspecto literario con figuras como Miguel Ángel Garrido, Renato D’ Soto, Heriberto García y otros más.
Bartolomé Olegario Pérez
Nostalgia
Llevo en mi corazón la triste huella
de la eterna nostalgia sideral
y en los dormidos rayos de una estrella
de noche subo a donde Dios esta.
Alguien me aguarda con amor profundo
en un país distante que soñé,
y en medio a las tristezas de este mundo
a veces me pregunto cuando iré…
Anémona sin fuerzas que consume
el viento de una tarde tropical,
eso es mi corazón: flor sin perfume
que poco a poco concluyendo va!
Sé que la dicha, mariposa errante,
me presto sus caricias una vez,
y que en mi alma triste, al breve instante,
helada y mustia se encontró después…
Yo persigo su huella con cariño
la busco por doquiera con afán
y a mi piadosa adoración de niño
se que pronto, muy pronto volverá.
Triste con mi pesar la aguardo un día,
y cuando vuelva a acariciar mi sien,
donde caiga mi alma muda y fría
la ansiada dicha se caerá también!…
Héctor José Díaz
Lo que quiero
Que nadie me conozca y nadie me quiera,
Caminar mundo adentro, solo, con mis dolores
nómada, sin amigos, sin amor, sin anhelo;
que mi hogar sea el camino, que mi techo sea el Cielo
y mi lecho las hojas de algún árbol sin flora.
Cuando ya tenga polvo de todos los caminos,
cuando ya este cansado de luchar con la suerte,
me lanzare en las noches sin lunas de la muerte
de donde no regresan jamás los peregrinos.
Y morir una tarde cuando el sol triste alumbre,
descendiendo un camino a ascendiendo una cumbre,
pero donde no haya quien me pueda enterrar…
que mis restos, ya polvo, los disipen los vientos,
para que cuando ella sienta remordimientos
no se encuentre mi tumba ni pueda rezar.
Un aspecto aparte para nombrar a Ramón Madora, exponente fiel de nuestra mangulina, quien por allá por Guayacanal, nunca pensó que su baile nos iba a representar en playas extranjeras.
La Azua de hoy cuenta con figuras en el Arte y la Cultura tan relevantes como las pasadas. Esta el General Ramiro Matos Gonzáles escultor-historiador; lo trompeta de Armando Beltre; la exquisita voz de Olga Lara; las narraciones de Tomás Alberto Oviedo quien ha inmortalizado las ocurrencias del maestro Camilo.