Se educó en Europa donde adquirió brillante cultura. Era filósofo, literato, hablaba siete idiomas y se distinguió por su encendida y espontánea oratoria. Regresó a Santo Domingo con esos conocimientos y con el comercio como quehacer principal. Pero su sólida intelectualidad y su boyante finanza no fueron obstáculos para que se uniera a las luchas por la independencia y después, a las guerras de la Restauración.
Pablo Pujol “se empapó en el espíritu de la política nacional de aquellos tiempos de profundas divisiones”, señala el general Gregorio Luperón,que lo exalta con efusividad.
Aparte de involucrarse en esas batallas patrias, se declaró enemigo de Buenaventura Báez y fue uno de los primeros en el pronunciamiento del siete de julio de 1857, movimiento que se extendió rápidamente por todos los ámbitos del país, “contra aquel indigno y mezquino mandatario”.
Pujol no fue ignorado por la historia tradicional como ha ocurrido con tantos héroes, mártires y próceres. Además de Luperón, reconocen su entrega y refieren las causas que defendió, José Gabriel García, Max Henríquez Ureña, Vetilio Alfau Durán, Emilio Rodríguez Demorizi, Rufino Martínez y otros.
Quizá por su privilegiada posición económica o por su estadía en Barcelona, donde estudió, se conserva una foto suya, difícil en esa época, que reposa en el Archivo General de la Nación.
Lo que no le hace gran honor a su sacrificio y a sus afanes por la soberanía dominicana, es la calle a su memoria. Es poco conocida.
Pablo Pujol estuvo preso por sus conspiraciones durante el gobierno del general Pimentel, “que no pudo perdonarle ciertas genialidades”, y por súplicas de Luperón lo confinaron a Samaná. En 1866 debió asilarse en el consulado británico por causas políticas. Poco después falleció.
“Carácter de bronce”. Pablo nació en Santo Domingo el 20 de diciembre de 1822, hijo de Pedro(Buenaventura) Pujol, natural de Cataluña, y María Angela Clanchet…Consagró sus actividades al comercio en Santiago. Fue varias veces Secretario de Estado y miembro del Congreso Nacional, anotó Alfau Durán.
Luperón agrega que, además, se dedicó al estudio de las letras y llegó a ser un orador distinguido y hábil. “Fue testigo durante algún tiempo de la dureza de la dominación haitiana, la que no podía sufrir sino a fuerza de prudencia, y cuando el pueblo lanzó el grito contra la opresión, encontró a Pujol preparado”.
Dice que Pujol tomó con verdadero entusiasmo parte muy activa en la defensa de la patria, siendo tan desinteresado como valiente “y discreto en aquella inolvidable guerra de Independencia”,
Cronistas le atribuyen simpatías por Santana y expresan que se dedicó al comercio sin tomar parte en las agitaciones populares, pero algunos dicen que lo odiaba por ser el autor de la Anexión a España. Otros no dejan de consignar un punto negro en su historia: tuvo a su cargo una misión diplomática en los Estados Unidos, por instrucciones del presidente Cabral, donde “celebró un contrato de arrendamiento de la península y bahía de Samaná que no llegó a ser firmado por la caída del mandatario”. Esto disminuyó la admiración del pueblo por sus otras hazañas.
Luperón describe a Pablo dotado de un temperamento de bronce, “con una vivacidad eléctrica que le daba muchísimo prestigio. Con sus arranques, tenía el arte de saber conmover a la nación”, opinión muy autorizada pues ambos estuvieron juntos en acciones bélicas y en funciones públicas.
Emilio Rodríguez Demorizi reproduce un parecer sobre Pujol que emitió Santiago González Tablas que lo describe “alto, de color atezado y no de mala fama”. Antes de la Anexión tenía una tienda en Santiago. “Hijo de español, tiene fama de honrado. Es vidrioso de genio…”.
Pujol estuvo casado con Antonia Solano, natural de Santiago, con quien procreó a María de la O, María de los Dolores Simona Micaela Francisca, Pablo Domingo y Antonio Rudesindo, consigna Carlos Larrazábal en “Familias dominicanas”. Tuvo otra descendencia cuyos nombres no incorpora. En total, eran siete.Vetilio Alfau escribió que uno de ellos, Juan Pujol, nacido en Santiago y fallecido en Puerto Plata, se educó también en Barcelona y publicó en su ciudad natal el periódico La Unión Nacional.
“A su numen se deben como una veintena de composiciones poéticas, las cuales fueron publicadas después de su muerte en los periódicos “La alborada” y “La República”, de Santiago de los Caballeros”, agrega.
En la Anexión. Sobre su actitud ante la Anexión a España escribió Luperón: “Pujol, impulsado por su patriotismo, auxiliado por la abundancia prodigiosa de su palabra, la claridad de sus pensamientos, la precisión de sus juicios, el nervio de su estilo, el calor de su entonación que despertaba en el pueblo entusiasmo sincero, dio junto con sus compañeros el grito contra el traidor (Santana), proclamando la emancipación de la patria”.
Cayó con otros, prisionero, “y muy poco faltó para que lo fusilaran. Gruesas sumas le salvaron la vida”. Afirma que “odiaba don Pablo con implacable odio al general Santana, por su oprobiosa tiranía, y odiaba más aún, si cabe, la dominación española, que tantos males causó a él y a la Patria”.
Pujol ocupó la cartera de Hacienda y Comercio, fue Ministro Plenipotenciario y Enviado Extraordinario del gobierno de José Antonio Salcedo. Era negociante, consignatario, masón, regidor del ayuntamiento de Santiago.
Luperón recuerda su arrojo en la expedición del vapor “Telégrafo”, dirigida por él (Luperón): “Se batió en todos los encuentros con verdadera bravura”.
Pablo Pujol falleció el 13 de septiembre de 1869 de fiebre, en San Juan de la Maguana, después de algunos encuentros en el Sur, “donde siempre se portó digno de su nombre y de su espíritu”.
El periódico “El patriota” de octubre de 1865, resume sus méritos en una nota suelta: “El general Pablo Pujol es uno de los hombres a quien la patria tiene mucho que agradecer por los servicios importantes que ha tenido la dicha de prestarle en situaciones difíciles y peligrosas… Como patriota y como soldado tiene contraída una deuda de inmensa gratitud con el ciudadano Pujol, que nunca le temió al peligro ni renunció aceptar el puesto que se le señalaba, aunque fuese el más difícil y comprometido”.
La calle
A pesar de que algunos la ubican en Manganagua, probablemente porque se extiende hacia allí, la calle “Pablo Pujol” se asignó al sector Los Restauradores. Es preciosa, tranquila, de poco tránsito vehicular. No fue posible encontrar la resolución del cabildo. Está comprendida entre la “Calle 5ta” y la “Pedro Gregorio Martínez”.
Tomado de https://hoy.com.do/