Al campesino banilejo Máximo Gómez no se le quiere perdonar su error de haber peleado tres años al servicio de España aunque haya combatido 30 contra ella. Juan Bosch, el gran divulgador de su obra, decía que los hombres no son como empiezan sino como terminan. Bolívar, San Martín, O ‘Higgins, todos los grandes héroes de América Latina fueron oficiales del ejército español y acabaron siendo líderes de la independencia de América. Duarte fue coronel del ejército haitiano y es el Padre de la Patria; más tarde, en el siglo XX, Caamaño era coronel de la milicia de Trujillo y Fernández Domínguez edecán de Ramfis”.
Las puntualizaciones fueron hechas por el historiador cubano Carlos Rodríguez Almaguer, consagrado estudioso del llamado Napoleón de las guerrillas. Es vicepresidente de la Fundación Máximo Gómez en cuya creación participó porque al venir al país en 2015 se encontró con que el jefe de las tropas revolucionarias cubanas era un gran desconocido, cuenta. “Lo conocen más como calle que como hombre”.
Rodríguez, editor del Diario de campaña de Máximo Gómez, que aquí no se publicaba desde 1968, es biznieto del alférez Félix Almaguer González, quien se sumó a las tropas libertadores en 1895, “que es la guerra que organizan Máximo Gómez y Martí”.
“Lo que más me dolió fue apreciar que el dominicano común conoce poco al ser humano, sabe que fue el Libertador de Cuba pero lo ve como un traidor porque peleó frente a los restauradores al servicio de España, pero no se analizan las causas, la situación, el contexto en que se vio precisado a luchar del lado equivocado”, expresa haciendo excepción de personalidades como Emilio Cordero Michel, Roberto Cassá, Juan Bosch, Euclides Gutiérrez…
Piensa que se debió a su poca experiencia y “a las relaciones fraternales que se establecían entre personas, que eran más fuertes que los vínculos políticos”. Fue a la guerra contra la Ocupación haitiana “seguido de sus compañeros de Baní, Los Marcano, Modesto Díaz”, y cuando estalla la Anexión, se va con sus compadres “que están del lado de Santana”.
Explica su salida hacia Cuba en 1865 después que Pedro Florentino, jefe militar del Sur que veía a Baní “demasiado españolizado”, lo atacó y quemó y Gómez y otros amigos lo expulsaron a tiros. “Queda del lado de España y pelea en la batalla de Sabana Buey y después en la evacuación de San José de Ocoa”.
Empero, significa que “le repugna pelear contra sus compatriotas” y pide que se le deje como secretario del ayuntamiento de ese lugar.
No pensaba salir “pero la madre vende la casa y le dice: “Nos vamos con los españoles porque si te quedas te van a matar… El ambiente dominicano estaba bastante convulso para que a un joven que había peleado del lado equivocado, y le pesará toda la vida, lo dejaran vivo”.
Rodríguez, vicepresidente del Instituto de Estudios Antillanistas General Gregorio Luperón, ofrece una cátedra cargada de lamentos por el desconocimiento y el rechazo de algunos hacia el revolucionario triunfante en la batalla de Santomé.
“Ese Diario tiene confesiones íntimas, donde se duele de no haber tenido la visión suficiente para pelear por su Patria”.
Fue a Santiago de Cuba y luego a El Dátil donde le impactó la vejación a los esclavos. Como masón, comenzó a conspirar en las logias cubanas “contra el sistema colonial de España para lograr la independencia de Cuba y la abolición de la esclavitud”.
“Lo que se conoce poco”.- Se le propuso ser presidente de la República de Cuba en 1901 y dijo que no porque él era dominicano y lo que había hecho lo hizo a nombre del pueblo dominicano.
“Los constituyentes crearían un artículo declarándolo cubano por nacimiento para que pudiera serlo y volvió a decir que no porque la República tenía que ser regida por maestros de escuela y no por soldados, que la espada servía para resolver los problemas de la guerra y no los de la paz”.
Dijo que “lo único que iba a pedir a Cuba a cambio de sus 30 años de sacrificio era una ley declarando que el dominicano fuera cubano en Cuba y el cubano dominicano en Santo Domingo e igual con Puerto Rico cuando fuera libre”.
“Mostró su deseo de que su casa fuera convertida en escuela y ese es el origen de que Fidel Castro donara en 1998 un politécnico a la ciudad de Baní”, y también es poco conocida la actividad que desarrolló entre 1893 y 1894 para que se contribuyera monetariamente a erigir la primera estatua a Duarte.
“Siempre se sintió orgulloso de pertenecer a esta tierra, fue un gran estratega que siguiendo la doctrina militar dominicana que empezó con Enriquillo y culminó con él, fue estudiado en las principales academias militares de Europa y Norteamérica y ha sido reconocido por la historia como el último de los grandes libertadores de América en el siglo XIX”.
“Si venia para acá se iba a meter en las luchas intestinas entre los partidos, y en esas guerras internas todos pierden”, asevera.
La Fundación firmó un convenio con el Instituto de Historia de Cuba para publicar las Obras completas de Máximo Gómez, 45 tomos. Los de Martí son 28, expresó, y comentó que en el Archivo Nacional de Cuba hay inmensidad de documentos sobre Gómez sin tocar. “Lo principal es el epistolario, en él está el hombre completo”.
Propone que se acerque a él a las generaciones actuales “utilizando los lenguajes comunicativos que conocen”, como revistas ilustradas, y a través de conferencias en escuelas, universidades, radio y televisión.
Destacó su honradez, carácter, valor personal y la voluntad de superarse. “Fue capaz, siendo de poca instrucción, de autoformarse, y en el arte epistolar, que ha caído en desuso, creció como escritor porque recibía cartas de Martí, Ramón Roa, Tomás Estrada Palma, Fernando Figueredo Socarrás, muy cultos. Al responder, tenía que estar a la altura de esos remitentes”.
Insiste: “Para lo que hizo, hay muy poco. Máximo Gómez peleó contra dos veces más hombres que los que peleó Bolívar, y no fue vencido nunca, Bolívar fue vencido varias veces”. Gómez fue un gran bolivariano, “pero la verdad es esa”.