El presidente francés visita Malí en su primer viaje fuera de Europa, a la que pide que haga más contra el terrorismo
En su primera semana como presidente de Francia, Emmanuel Macron eligió este viernes Malí, centro de operaciones francés de la lucha contra el yihadismo, como destino de su segundo viaje internacional, el primero fuera de Europa. Una visita que le permitió enviar varios mensajes simultáneos. El principal iba dirigido tanto a los franceses como al exterior: su determinación para seguir combatiendo el terrorismo internacional del que Francia ha sido, los últimos años, uno de los principales objetivos en Europa.
“Francia está desde el principio a vuestro lado y lo que he venido a decir de manera muy clara es que seguirá estándolo de la misma forma”, aseguró Macron en una breve rueda de prensa en la base militar de Gao, en el norte del país, junto al presidente de Malí, Ibrahim Boubacar Keïta.
Nada más asumir la presidencia, el socialista François Hollande retiró las tropas francesas de Afganistán. Su sucesor en el Elíseo ha querido enviar un mensaje diferente, visitando uno de los lugares donde más militares tiene desplegados Francia: unos 4.000 en toda la zona del Sahel, de ellos 1.600 en la norteña base Gao de Mali, la mayor base francesa en el extranjero.
Pero si bien este gesto busca tranquilizar a los aliados internacionales, estos también deberían considerarlo como un toque de atención. Francia lleva años presionando para que Europa, especialmente Alemania, asuma un papel más fuerte en operaciones internacionales, sobre todo en África.
“Alemania sabe que lo que se juega aquí es una parte de la seguridad de Europa y de nuestro futuro”, dijo Macron, que ya trató este tema con la canciller alemana, Angela Merkel, cuando el lunes viajó a Berlín. “Que el terrorismo islamista prospere en la zona del Sahel es, evidentemente, un riesgo para Europa” y por ello, continuó, aunque Alemania no contribuya necesariamente en el plan militar, sí puede hacer más en otros campos. “Francia garantiza (militarmente) la seguridad europea en Malí y en otros teatros de operaciones, pero otros países europeos pueden hacer más en términos de misiones de apoyo, de desarrollo, de equipamiento”, señaló Macron. “Espero que la participación alemana, que ya es perceptible, se intensifique”, insistió. Berlín es el principal contribuyente a la misión de mantenimiento de la paz de Naciones Unidas en Mali (Minusma), que cuenta con 12.000 efectivos, en su mayoría tropas africanas.
Significativo en este sentido es el equipo que viajó con Macron hasta Mali: su nueva ministra de los Ejércitos (Defensa), Sylvie Goulard, pero también el ministro de Europa y de Asuntos Exteriores, Jean-Yves Le Drian. Él fue además el gran impulsor, como ministro de Defensa en el gabinete anterior de Hollande, de la intervención militar en Mali que comenzó en enero de 2013 bajo el nombre de Operación Serval y que continúa, ampliada a la región del Sahel (Mali, Burkina-Faso, Mauritania, Níger y Chad) bajo el nombre de Operación Barkhane desde agosto de 2014.
Presión militar acompañada de ayuda al desarrollo
El tercer alto cargo a bordo del avión presidencial era el director general de la Agencia francesa de Desarrollo, Rémy Rioux. Macron ha dado la razón a los que, como Human Rights Watch (HRW), sostienen que “la solución al problema de Mali no puede limitarse a una respuesta militar contra los yihadistas” y que requiere de un plan para mejorar las condiciones de vida como otro combate a la radicalización.
“El terrorismo prospera sobre la miseria, sobre la desintegración de la seguridad”, coincidió desde Gao Macron, para quien unas mejores condiciones de vida son “el mejor antídoto ante el terrorismo islamista”.
Aunque en su alocución no mencionó ninguna medida nueva, aseguró que la lucha militar contra el yihadismo va de la mano con el desarrollo. “Todo lo que se haga sobre el terreno será efímero si, al mismo tiempo, no invertimos de forma decidida en infraestructuras, en educación, en salud”, dijo.
Antes de reunirse con las tropas francesas, Macron se entrevistó durante casi una hora con Keïta, que se desplazó hasta la base militar. Además de la lucha contra el terrorismo, ambos discutieron sobre la lenta aplicación del acuerdo de paz de Argel firmado en 2015 con parte de los grupos armados del norte del país y con el que se busca aislar a los elementos yihadistas.
Una zona todavía inestable
Hollande ordenó la intervención francesa en Malí, la denominada Operación Serval, a comienzos de 2013 con el objetivo de ayudar a las tropas malienses y expulsar a los grupos yihadistas que controlaban el norte de Malí y amenazaban el sur del país, incluida la capital, Bamako. En agosto de 2014 fue reemplazada por la Operación Barkhane. La zona entre Sáhara y Sahel es donde operan los grupos yihadistas que componen Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), la organización más fuerte del área y que tiene como principal objetivo a Francia y los franceses.
El viaje de Macron está acompañado de fuertes medidas de seguridad que suponen una muestra más de la precaria situación que vive el país pese a la vasta operación militar internacional que cumple ya su cuarto año. En enero, casi 60 personas murieron en la localidad de Gao en un atentado suicida dirigido contra los grupos armados que firmaron el acuerdo de paz. A comienzos de mes, el campamento de los cascos azules de la ONU en Tombuctú fue atacado con obuses. Pese a las operaciones militares internacionales, los expertos han denunciado un progresivo deterioro de la seguridad desde 2015, especialmente en el centro y sur del país. En un informe del Centro por el Diálogo Humanitario de Suiza, se advierte de que “en el plan de seguridad, la amenaza yihadista está en un momento de paroxismo”.
El jefe de mantenimiento de las fuerzas de mantenimiento de la paz de la ONU, Jean-Pierre Lacroix, anunció esta semana en Bamako el próximo despliegue de una “fuerza de intervención rápida” de cascos azules senegaleses en el centro de Malí “en vista de la situación de seguridad” en el país.