Los vecinos de los sectores Gualey y los Tres Brazos, que residen en la ribera del río, aseguraron que no encuentran una solución para las inundaciones
Son las 9:00 de la noche de un día cualquiera, pero el cielo está encapotado, cargado. Los sectores de Gualey, Los Tres Brazos en la ribera del Ozama se preparan para lo que es un desconsuelo cada vez que llueve en el Distrito Nacional el municipio Santo Domingo Este, Santo Domingo: la crecida del río. Los vecinos tratan de poner los ajuares a salvo, cubriendo los muebles de madera y los electrodomésticos con plásticos; ponen las ropas y las fotografías en alto; tratan de salvar los colchones, pero la corriente siempre gana.
Cuando pasa el temporal, cada habitante vuelve a su casa, para enfrentarse con una escena poco amigable: encontrar su vivienda inundada con todo flotando, situación que se repite en la mayoría de hogares cercanos al río Ozama. Muchos lo han perdido todo, como fue el caso de Roberto Díaz, en Gualey, quien con las lluvias de mayo se quedó sin nada, y ahora solo tiene la ropa que lleva puesta y un colchón entre paredes de madera y bajo planchas de aluminio y zinc.
«No tengo ni ropa que ponerme. Fue de noche, vino el ciclón. Yo venía de trabajar desde Haina y cuando llegué, la ropa se había perdido, los cangrejos estaban tocando la puerta. Sobreviví porque tengo la gracia de Dios», declaró.
En el barrio Los Tres Brazos, Omar Bienvenido Mateo es dueño de una pequeña barbería en el sector Las Lilas. Cada vez que llueve, su local y las casas cercanas se inundan: «Estamos viviendo una dificultades demasiado precarias, sumamente malas y difíciles por motivo del agua (…) Llevamos un tiempo largo batallando, soy un guerrero, pero la mayoría de gente se ha ido y tuvo que quitar sus pequeños negocios», afirmó.
Asegurando los objetos de valor y los enchufes en lo alto, Bienvenido Mateo explica que no puede hacer otra cosa que esperar a que baje el nivel del agua. Viviendo de la pequeña barbería, confesó que en ocasiones sigue dando servicio a los clientes cuando se inunda. Él vive en una zona más elevada, pero ve cómo las pequeñas empresas y locales quiebran por no encontrar una solución al problema del agua.
Otro de los vecinos del barrio Ribera del Ozama, Ramón Acosta Ramírez, vive a orillas del río y nos contó que «cuando está lloviendo mucho, el agua sube y por encima se inunda todo, con los ajuares. Tenemos que dejar el área al río».
Acosta Ramírez detalló, haciendo referencia al último ciclón, que él y su mujer, lo primero que hacen es enviar a sus muchachos con otros familiares. «No los puedes tener aquí», confesó. Los muchachos de la zona prestan su ayuda a una de las ancianas del barrio para cubrir los muebles con plásticos y poner tierra en la entrada a modo de dique para evitar que el agua penetre.
Una de las quejas que más escuchan en Ribera del Ozama son los atracos que ocurren cuando crece el nivel del río. «Todo se nos daña y tenemos miedo, porque salimos y cuando volvemos hallamos la casa saqueada, la gente le roba todo a uno», dijo Acosta Ramírez.
Así como pasa en Gualey y los Tres Brazos, ocurre también en todas las viviendas que están a orillas del Ozama. Sus ocupantes toman todas las medidas posibles para paliar los efectos de las lluvias, pero muchas veces no es suficiente.
Históricamente es sabido que, desde tiempos del extinto presidente Joaquín Balaguer, los gobiernos han desalojado y reubicado en otras zonas a las personas que viven a orillas del río Ozama. En cambio, las mismas volvían a sus sectores de origen.