Diversas actos de protesta producidos en Turquía durante los últimos días han puesto el foco mediático sobre la creciente presión que sufren las mujeres turcas a la hora de decidir libremente qué tipo de ropa quieren vestir.
Ayer se celebró una concentración en el estambulita parque de Maçka para mostrar apoyo a las dos jóvenes que fueron increpadas allí la semana anterior por un guardia de seguridad. Çagla Kose y Burcu Sentürk han llevado el caso a los tribunales por violación de su «libertad de pensamiento, creencia y opinión». Según su testimonio, el trabajador de una empresa de seguridad privada insistió en que no permitiría que pasearan por la zona de la manera en que iban vestidas.
Hasta este parque, situado junto al pudiente barrio de Nisantasi, acudió un grupo de mujeres bajo el lema «no os metáis con nuestra ropa». Entre los eslóganes también destacaba el de «Muftí, presta atención a tus asuntos, no te entrometas en mi vida». Esta consigna estaba directamente relacionada con la propuesta de ley del gobernante e islamista Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) de que los funcionarios del Ministro de Asuntos Religiosos (Diyanet) adquieran el poder de oficiar bodas.
La de ayer no ha sido la única protesta. Cientos de mujeres marcharon el sábado en la capital Ankara y una semana antes en el progresista barrio de Kadikoy, en la parte asiática de Estambul, por la misma causa. «Estoy aquí porque esto no puede continuar, es increíble que en el siglo XXI tengamos que seguir peleando por vestir como nos dé la gana», comentaba Elif, una estudiante de Derecho que agitaba un cartel con el lema «Vestimos lo que queremos, hacemos lo que queremos». Otras mujeres optaron por portar mini faldas y pantalones cortos a modo de pancarta reivindicativa.
Si hace diez años eran las mujeres con velo islámico las que protestaban contra de las medidas autoritarias de la élite laica (como la prohibición de entrar con el pelo cubierto en las universidades) ahora es al contrario y son las procedentes de los sectores menos religiosos las que ven amenazado su estilo de vida.
Las mujeres opositoras a las políticas del presidente Recep Tayyip Erdogan consideran que el líder islamista está apartando a las mujeres de la vida pública. Declaraciones como que la mujer es «incompleta» sin hijos, realizada por el propio Erdogan, o las de otros miembros del AKP como que las mujeres «no deberían reírse en público», del entonces vice primer ministro Bülent Arinç, son algunas de las que preocupan a las turcas.
Además, durante los últimos meses han saltado a los medios de comunicación esporádicos pero continuos casos de ataques a mujeres en transporte públicos por ir vestidas con prendas cortas.
Todo esto ha llevado a la revista Forbes a incluir a Turquía entre los diez países más peligrosos para mujeres que viajan en solitario. El Ministerio de Turismo, por parte, no tardó en publicar un comunicado en el que remarcaba que en Turquía hay «seguridad para las mujeres» y calificaba el artículo como «especulaciones dirigidas contra nuestro país».