Las tropas coloniales desalojaron de La Tortuga, al noroeste de Haití, de los piratas que la ocupaban. Al inicio del año 1654, no tan sólo los sacaron de allí, sino que también dejaron una guarnición permanente de ciento cincuenta soldados, para evitar que volvieran a establecerse. Pero, luego de la victoria sobre los ingleses, estas tropas fueron retiradas de dicha isla, por lo que los filibusteros se reinstalaron en la misma..
En 1659, Luis XIV, rey de Francia, donó La Tortuga a un aventurero galo llamado Jeremías Deschamps, señor du Rausset, donación ilegal porque el donante no era el propietario de la isla.
En 1664, la Compañía Francesa de las Indias Occidentales se la compró a Jeremías Deschamps. Al año siguiente dicha sociedad mercantil nombró a Bertrand d’Ogerón gobernador de La Tortuga, cargo desde el cual dirigió exitosamente la colonización de la parte occidental de La Española, en nombre de Francia.
La nueva colonia pasó a ser denominada el Santo Domingo Francés, y a la misma fue trasladada la mayoría de los residentes en La Tortuga a finales del siglo XVII, lo que contribuyó a su progreso.
Los dominico-españoles hicieron grandes e infructuosos esfuerzos para tratar de desalojar a los intrusos que se habían establecido en la parte occidental de la isla.
Organizaron, sobre todo en el Cibao, las cincuentenas, grupos integrados por cincuenta lanceros, que iban a la parte oeste de La Española a matar cuantos extranjeros encontraran y también al ganado vacuno. Esto último con la finalidad de evitar que los bucaneros pudiesen canjear los cueros de res por mercancías europeas.
El punto culminante de los esfuerzos hechos por los domínico-españoles para desalojar a los franceses de la colonia que habían fundado en el otro lado de la isla, fue la batalla de la Sabana Real de la Limonade o del Guarico.
Tuvo lugar cerca de la ciudad de El Cabo, hoy Cabo Haitiano, el 21 de enero de 1691. En la misma, domínico-españoles y soldados españoles provenientes de España y México, comandados por el mariscal de campo Francisco de Segura Sandoval y Castilla, mataron al gobernador del Santo Domingo Francés, Tarin de Cussy, y a otros seiscientos franceses, algunos de los cuales habían participado en las incursiones sobre Santiago de los Caballeros en 1659, 1667 y 1690.
En la víspera del combate del 21 de enero de 1691, los combatientes higüeyanos y seybanos invocaron a la Virgen de La Altagracia para que los ayudara a salir victoriosos.
Esta invocación y el contundente triunfo que le siguió, hicieron que a partir del siguiente año la Iglesia Católica celebrara, en el Santo Domingo Español, el culto a la Virgen de La Altagracia el 21 de enero, y no el 15 de agosto, como lo había venido haciendo hasta entonces