Lanzada la idea por un sacerdote dominicano, de la necesidad de un suntuoso templo en la villa de Higüey, que sustituyera el humilde y vetusto Santuario, que desde cuatro siglos había albergado a millares de devotos peregrinos venidos de todos los ámbitos del país, el pueblo dominicano acogió con inusitado entusiasmo esa feliz iniciativa que el gobierno nacional apoyó y patrocinó con la creación de una Junta Nacional Colectora para la recolección de fondos y una Comisión Oficial Erectora encargada de la parte técnica y administrativa para su construcción.
El proyecto de la Basílica se sometió a un concurso internacional, en el cual tomaron parte arquitectos e ingenieros de Santo Domingo, Chile, Cuba, Ecuador, Haití, Paraguay, Perú, Bélgica, España, Francia, Holanda e Italia.
Después de un minucioso y estricto estudio de los proyectos el jurado seleccionó y premió el anteproyecto presentado por los arquitectos franceses A. Dunoyer de Segonzac y Pierra Dupré.
Este grandioso templo en su interior está constituido por una nave principal y un crucero cubierto por un conjunto de bóvedas que se penetran para reforzarse y escalonarse majestuosamente, culminando en un arco bóveda inmensa, que sostiene una escultura calada de la efigie de la Virgen, rematada por la corona mariana, a unos ochenta metros de altura.
Las capillas de las naves laterales y del presbiterio están consagradas a la glorificación de las diferentes advocaciones de la Virgen Santísima. El presbiterio principal está dedicado a los divinos oficios, y el presbiterio secundario al camarín de la Virgen, por donde desfilarán los peregrinos para venerar la Sagrada Imagen.
El Sagrado Cuadro descansará en un simbólico naranjo confeccionado de oro y plata. El interior del templo tendrá capacidad para seis mil personas, y en la parte externa amplias galerías o claustros cubiertas al amparo del sol y de las lluvias pueden dar protección a los millares de peregrinos que no pudiendo entrar al templo quieren participar de las sagradas ceremonias.
La fachada principal, que forma el monograma Mariano está ornamentado con las letanías de la Virgen. La Basílica está emplazada en el centro de una nueva urbanización trazada cerca del antiguo Santuario, de tal modo que ambos templos quedarán enlazados por una gran avenida de palmeras, adornada con las estaciones del Vía Crucis.
Todas estas bellezas espirituales y arquitectónicas, unidas a las artísticas pinturas murales, la voz múltiple del órgano, con las suaves luces de los vitrales y la angelical música de las campanas del Carillón, contribuirán a encender el fervor religioso de las almas que en santas romerías visiten a Higüey. (Memorias de la Basílicas…Pág.18).
Los terrenos donde se levanta la monumental Basílica fueron donados por el Ayuntamiento y Don Baudilio Garrido.
La primera piedra fue bendecida y colocada el día 5 de octubre de 1954 y los primeros picazos simbólicos fueron dados por el ingeniero Salvador Dájer en su calidad de Secretario de Obras Públicas y Mons. Eliseo Pérez Sánchez, mentor de la obra, aunque el primero que ideó y abogó por una monumental Basílica para la Virgen de la Altagracia fue el Canónigo Manuel Montás Miranda, Cura de Higüey muchos años antes.