Manoguayabo. Aunque visualmente parecería una comunidad de las zonas apartadas de Sur, a corta distancia del centro de la ciudad de Santo Domingo sobreviven los residentes del sector conocido como Juan Guzmán, una zona que solo es foco de atención en temporadas de lluvias porque al primer chubasco se inunda.
Las calles no son más que caminos abiertos, rellenados en algunas partes con materiales que les aportan alguna firmeza y otras no son más que un inmenso lodazal por el que circulan los niños descalzos, los animales y los vehículos que pueden llegar.
El presidente de la junta de vecinos de la zona, César González, dijo que tienen varios años pidiendo atención de las autoridades para que la zona sea reubicada porque con frecuencia tienen inundaciones que llegan a la mitad de las casas, debido a que son afectadas por cañadas y el río Manoguayabo.
“Aquí hay como cinco cañadas que se tapan de basura y se desbordan para acá, entonces el río, cuando hay aguaceros, se mete como siete y ocho metros en el barrio”, explicó.
Se queja de que los funcionarios solo llegan al lugar, miran y se van, sin ofrecerles soluciones o alguna posibilidad de mejora. Expresó que la última promesa provino del alcalde Francisco Peña, que dijo que les haría las calles.
Aunque no hay un censo formal, González dijo que el sector está compuesto por unas setecientas viviendas.
Enfermedades. Como consecuencia de la humedad continua y el lodo, Nilvio Polonia, quien tiene 10 años en la zona, dijo que son frecuentes los casos de fiebres, resfriados y dengue en los niños.
Además dijo que son frecuentes los casos de asma en ancianos y niños y muchos casos de bronquitis y picaduras de mosquitos.
Explicó que con el tiempo las inundaciones han provocado que se perdieran tres casas de madera con sus principales ajuares.
“Yo tuve que hacer un relleno y para el ranchito de blocks pero como quiera se me inunda porque tengo dos ríos que me cruzan”, expresó.
Con los zapatos en las manos. Buscando una salida a tener que vivir en el lugar, Claudia Santana se gana la vida en una banca y luego sale con chancletas, sus zapatos en las manos y un envase con agua para quitarse el lodo de los pies y ponerse un calzado limpio, antes de emprender su camino hacia la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), donde cursa la carrera de Bioanálisis.
Dice que la dificultad se extiende a sus tres niños para poder llegar a la escuela. “En pleno siglo 21 tener uno que ponerle funda en los zapatos a los muchachos para que lleguen limpios a la escuela es demasiado. Estamos casi en la 27 de Febrero y esto aquí ni tiene una escuela ni calles”.
Hace un año que la necesidad llevó a la joven madre a la zona pero solo piensa en la forma de salir de allí, al igual que sus vecinos.