Si Josefa Perdomo es un valor para sus familiares, allá ellos, pero desde el punto de vista histórico, político, social, literario, no es un valor para la sociedad dominicana, como no lo son personas que tumbaron el Gobierno Constitucional de Juan Bosch, que propiciaron la intervención norteamericana de 1965 y, sin embargo, tienen sus calles como grandes patriotas, porque en este país, todo está invertido.
El escritor Diógenes Céspedes, quien emite este parecer, no sólo considera que la poetisa, honrada con una vía de Gascue, no es escritora, sino que no merece tal homenaje porque se adhirió a la anexión a España al despedir con un histórico poema al gobernador español Carlos de Vargas y Cerveto, dato que han omitido casi todos los autores literarios.
«Si hubiese sido una escritora de verdad es muy difícil que tuviese esa conducta. No lo era, era ideóloga, productora de ideologías, y esas ideologías van a reproducir los elementos de mantenimiento del sistema social en el cual se mueve: intervencionismo extranjero, antivalores que van en contra de la Independencia, de la soberanía, de lo que Duarte, Sánchez y Mella soñaron para este país», acotó el intelectual.
Céspedes entiende que así como Pedro Santana no tiene una calle que honre su memoria, tampoco debería tenerla Josefa Perdomo aunque fue la primera mujer que se atrevió a publicar su producción en un periódico. «¿Eso es mérito para tú merecer una calle?», pregunta, y añade: «Ahora, si aun apoyando la anexión ella hubiese sido la primera feminista dominicana, como Salomé Ureña, entonces sí, pero habría que ver qué tipo de favor personal le debió ella al gobernador, o si fue un acto de lambonería, eso hay que examinarlo. De todos modos, eso no habla ni hablará nunca bien de ella, que por esa actitud fue censurada en su época, en una ciudad tan pequeña, donde todo el mundo se conocía».
Duda que Josefa Perdomo inaugurara el feminismo en la República. «Si hubiese tenido esa formación no escribe ese poema porque siempre hay una relación dialéctica entre el decir y el hacer, y si tú eres una feminista en el sentido que lo fue Salomé Ureña, la dignificación de la mujer, esa es una acción política, social, que tiene un valor totalmente distinto al acto que cometió Josefa Perdomo», señaló el catedrático universitario y filólogo.
«Josefa Antonia Perdomo y Heredia se puede valorar como dato histórico, no literario. Su poesía no tiene ningún valor literario porque es ideología patriótica, religiosa, biográfica, en la que ella narra y canta su propia vida. Para que la poesía tenga valor no se puede ni cantarte a ti mismo ni a los héroes de la República porque eso es puramente ideología y la poesía no es ideología, es crítica en contra de esas ideologías», dijo.
Añadió que mientras Salomé Ureña estuvo en contra de la anexión y de la dictadura de Lilís, Josefa Perdomo se inclinó a favor de la colonia. «Hay una justificación que buscan ahora los historiadores: decir que era un sentimiento mayoritario que había en el país después de la Separación. Es una lectura que siempre justifica las dictaduras o las intervenciones militares extranjeras. Entonces, yo no puedo atribuir una virtud a Josefa Perdomo, mucho menos siendo una persona de luces, una intelectual que está justamente para criticar ese tipo de cosas, esa es su única misión a través de la escritura».
El polémico poema
No está en la única obra que publicó Perdomo, «Poesías», y sólo lo incluye Pedro René Contín Aybar en su antología literaria. «En este país, para justificar las posiciones de la gente, acostumbran a sacar de los libros lo malo, y dejar lo que a ese culto familiar le parece bien para que no afee la vida biográfica del ilustre pariente», comenta Céspedes.
Lee lo que al respecto refiere el reconocido crítico Contín Aybar, quien escribe que «al fusilamiento del patriota Perdomo, pariente cercano de la poetisa Josefa Antonia Perdomo, se refirió a otra dama, amante de las musas, del mismo nombre, Josefa Antonia Del Monte, para enrostrar a su homónima y contemporánea que saludara en versos al brigadier español Carlos de Vargas Machuca y Cerveto cuando llegó a Santo Domingo a fines de 1863 a hacerse cargo del mando. La Del Monte apostrofa a la Perdomo de esta manera: Si Vargas te inspiró tiernos cantares / y pulsaste la lira en su memoria / del triste Eugenio derramada a mares / ¿Olvidaste la sangre meritoria?»
La novela de Julia de Álvarez, «En el nombre de Salomé», «recoge esa censura que no solamente se extiende a Josefa Perdomo sino también a las hermanas Bobadilla, parientes de Tomás Bobadilla y Briones y de todos los Bobadilla y los Nouel que hay en este país», comenta Céspedes. Dice la novela: «A veces Ramona y yo nos juntábamos, alcanzábamos a Josefa Perdomo cuando caminaba en la calle y nosotras comentábamos: ella escribe versos. Cuando el tercer gobernador español, Josefa le dio la bienvenida con unos versos que publicó en El Eco del Ozama». Diógenes observa que aunque el ejemplar de Álvarez es ficción, «de algún sitio ha debido sacar esa referencia. Es una novela, pero tiene elementos de corte histórico».Tanto Contín como Julia de Álvarez se confunden al decir que Josefa dio la bienvenida al gobernador. El poema es de despedida. Josefa Perdomo lo escribió con sentimiento, invitando a llorar la partida.
«Mi posición es de censura. Aunque hubiese escrito Josefa Perdomo esas poesías, los libros malos, de pura ideología patriótica, religiosa, biográfica, intimista. Pero ella se adhiere a la Anexión aun sabiendo que su pariente cercano fue fusilado por los mismos anexionistas. Se dice que estando encarcelado en Santiago, Eugenio Perdomo pidió permiso al jefe militar para venir a Santo Domingo a despedirse de su novia antes de morir. Uno no sabe si es verdad o leyenda, pero lo que sea, habla bien de los valores de Eugenio Perdomo», manifiesta Diógenes Céspedes.
-¿Por qué casi ningún escritor se refiere a esa condición anexionista de Josefa Perdomo?- «Porque hay un desconocimiento de la historia política, aquí lo que se hace es historia familiar, amistosa. Como esta es una sociedad de clase media vacilante, trepadora, conciliadora, se aviene a todos los desaguisados sin valores», contestó. Añadió que mencionar ese comportamiento «no es bueno para esos críticos que pertenecen a esas clases y privan en aristócratas, en ser de apellido. ¿Para qué enajenarse a favor de la familia Perdomo que está viva todavía? Yo no, yo soy un crítico literario, no soy político, no tengo vela en esos entierros. No vas a encontrar reseñado el hecho en esos críticos aristocráticos, defensores de la hispanidad, al igual que lo era Josefa Perdomo».
Josefa Perdomo
Josefa Antonia, hija de Felipe Perdomo Luna y de Merced Heredia, nació en Santo Domingo el 12 de junio de 1834. Fue discípula de su tío, el notable escritor Manuel de Jesús Heredia, quien guió sus primeros pasos en la vida literaria. Publicó muchas de sus poesías con el pseudónimo «Laura», sobre todo en «El Oasis». No casó. No tuvo hijos.
Murió el 25 de mayo de 1896 en su ciudad natal
Dice en su testamento: «Es mi voluntad que, el día que Dios se digne llamarme a su presencia, en mi entierro se cumplan todas las ritualidades de uso en la Iglesia Católica, con la modestia propia de mi carácter y de la vida que he llevado desde mis tiernos años».
La calle Josefa Perdomo, que se extiende de Este a Oeste entre la avenida Bolívar y la calle Santiago, desde la García Godoy, fue denominada con ese nombre por resolución del Ayuntamiento de Santo Domingo, del 13 de noviembre de 1934.
Sencillez y gracia
De ella dice Joaquín Balaguer que «en una época en que la cultura, sobre todo la accesible a las mujeres, era particularmente precaria, Josefa Perdomo supo expresarse en un estilo que atrae por su modesta sencillez y por su gracia inspirada». Le atribuye «aciertos no desdeñables, sobre todo cuando fue asistida por la musa de las inspiraciones religiosas». Encuentra ternura y castidad en su poesía y resalta como lo más positivo de su obra «la total ausencia de expansiones eróticas. No hay uno solo de sus versos que no respire la castidad más absoluta. Su poesía tiene un pronunciado sabor doméstico, cuando su musa hogareña no se inspira en un duelo familiar o en un motivo amistoso, el motivo del canto se reduce a una exhortación patriótica o a tímidas descripciones del mundo de la naturaleza».
En el prólogo a «Poesías», de Josefa Perdomo, José Joaquín Pérez destaca el que la poetisa fuera «la primera mujer dominicana que arrostró la publicidad».
Eugenio María de Hostos dedica una página a estudiar el volumen, «que contiene versos bastantes para entretener los ocios de cualquier cautivador de la lírica». En esos versos, dice, «la poetisa ha vaciado un corazón sencillo, tierno y benévolo, lira de nervios que sólo tiene tres notas: la que canta el generoso sentimiento de la amistad y los dulces afectos de la familia, la que entona los himnos de la patria y la que impulsa los impulsos religiosos». Añade que «Ni el tiempo ni el país están para poesía y nada sorprendente tendrá la indiferencia que acaso reciba la poetisa, pero cualquiera que se acerque a su libro y la vea en él, no podrá menos de estimarla mucho mejor poetisa de lo que tal vez pensara y muy más amable mujer de lo que quizá creía».
Sobre Josefa Perdomo escribió Manuel Rueda: «Nuestra crítica especializada repite, tal vez con demasiada insistencia, que en la sociedad del siglo XIX la mujer no tenía oportunidad para desarrollar sus aptitudes intelectuales, habiéndola confinado su ambiente a los enclaustramientos del hogar. Para esta crítica sólo aparece, como excepción, el caso de Josefa Perdomo, a la que considera la primera mujer dominicana en publicar sus poesías. Sin ánimo de realizar una valoración al respecto, debemos decir que otras mujeres de su época, conjuntamente con ella, han dado pruebas de una vocación literaria, expresada, puertas afuera, con vigor y valentía» y pone como ejemplo a Encarnación Echavarría de Delmonte, su contemporánea. Llama la atención en Josefa Perdomo, manifiesta, «el que su voz provenga de un ambiente aristocrático, el de los Heredia, al que pertenecía el famoso Cantor del Niágara, donde imperaba la tradición en que la mujer era tanto un objeto decorativo como un elemento utilitario del hogar».Al igual que los demás críticos, Rueda destaca la religión como el punto más alto de la inspiración de Josefa Perdomo. Publica «A Dios», «Al mar», «A la religión».
Emilio Rodríguez Demorizi reproduce tanto el poema de Josefa Perdomo como el de Josefa Del Monte en el libro «Santana y los poetas de su tiempo. Ambos son sumamente extensos. Dice la Perdomo: «Llora, sí, llora desgraciado suelo / del noble Vargas la sentida ausencia / del ángel tutelar que desde el cielo / nos envió la Divina Providencia. / Llora, sí, llora que cual tierno amigo / trabajó siempre por tu bien ansioso / por devolver la paz y el dulce abrigo / en su seno leal y generoso. / Lloremos, sí, dilátese en los aires / el eco de mi lira gemebunda / pues que se aleja de mis patrios lares / el digno enviado de Isabel Segunda…».
En su contestación, Josefa Del Monte expresó: «… Has podido, mujer tan indolente / trocar por ambición de otra victoria / la corona que ornaba tu alta frente / por la mustia de oprobio, no de gloria. / Si Vargas te inspiró tiernos cantares / y pulsaste la lira en su memoria / del triste Eugenio derramada a mares / olvidaste la sangre meritoria. / Esa sangre que pide a gritos fieros / una venganza noble a sus hermanos, / derramada por viles altaneros / que rojas te presentan esas manos… / Invoca a esa tu reina en la aflicción / que de insensible el pueblo te apellida, / si Vargas te ha robado el corazón / cuán zozobrosa ha de ser tu vida…».