El dolor crónico es una condición insidiosa y debilitante que, según los datos de la Sociedad Española de Neurología, podría afectar hasta a un 11% de la población en nuestro país, y entre estas personas casi la mitad experimentaría dolor de manera diaria. Por desgracia, se trata de un problema muy difícil de tratar con los conocimientos que tenemos en la actualidad.
Pero no todo son malas noticias: recientemente, un grupo de investigadores del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau Research Institute (IIB Sant Pau) y de la Universitat Autònoma de Barcelona ha presentado un trabajo en el que demuestran en modelos animales que el agua enriquecida con moléculas de hidrógeno mejora la sintomatología del dolor neuropático y las molestias emocionales relacionadas.
Una posible opción para el dolor de la quimioterapia
El origen del dolor neuropático es una forma de lesión nerviosa que hace que las personas sufran un dolor intenso y constante. Debido a esta etiología, los autores de este estudio publicado en la revista científica Antioxidants decidieron investigar los efectos del agua enriquecida con moléculas de hidrógeno, que ya ha mostrado tener resultados positivos en otras patologías neurológicas como el alzhéimer o la depresión. Los resultados, dicen, sitúan este enfoque como un candidato prometedor para el tratamiento del dolor neuropático y los trastornos emocionales asociados, gracias en parte a sus efectos analgésicos, antiinflamatorios, ansiolíticos y antidepresivos.
En la investigación, estos investigadores inyectaron esta sustancia a los modelos murinos (ratones) empleados en el experimento, si bien explican que en el futuro pretenden probar otras rutas de administración como la oral.
Igualmente, afirman que planean probar este mismo enfoque en modelos animales de dolor asociado a quimioterapia, ya que muchas veces los pacientes con cáncer experimentan dolor neuropático como efecto secundario de su tratamiento contra esta enfermedad. Incluso, creen que podría resultar útil documentar sus efectos sobre la memoria y los déficits emocionales que estos mismos pacientes también sufren a menudo.