Durante los primeros tres años que siguieron a la fracasada invasión haitiana, Ferrand gobernó con el apoyo de los domínico-españoles.
Fue una época de prosperidad en la que se desarrollaron los cortes de caoba, campeche y guayacán, para canjear dichas maderas por harina y mercancías traídas en barcos estadounidenses. Napoleón no podía enviar buques, por estar ocupado en una gran guerra en Europa.
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Los colonos franceses que durante la Revolución Haitiana habían emigrado del Santo Domingo Francés a Cuba, Puerto Rico y otras islas antillanas, fueron invitados por Ferrand a instalarse en el Santo Domingo Español. Unos trescientos así lo hicieron.
Hubo paz y progreso hasta 1808, cuando Napoleón depuso al rey de España Fernando VII, y colocó en el trono español a su hermano José Bonaparte, quien fue apodado por el pueblo español “Pepe Botella”, debido a su afición por las bebidas alcohólicas.
El 2 de mayo de 1808, en Madrid, los españoles iniciaron la insurrección contra las tropas napoleónicas que ocupaban España.
Esta rebelión tuvo repercusiones en la parte oriental de La Española, ya que en ese mismo año se formaron dos grupos para luchar en contra de la dominación francesa del Santo Domingo Español.
Uno estaba formado por hateros, y era dirigido por el cotuisano Juan Sánchez Ramírez. El otro estaba integrado por miembros del sector de los tabaqueros cibaeños (surgido durante la década de 1760) y por mercaderes de la región norte y campesinos sureños, encabezado por el comerciante español residente en Azua Ciriaco Ramírez.
Ambos grupos fueron ayudados con armas y municiones por los gobernantes haitianos Pétion y Cristóbal, quienes gobernaban la República del Sur y el Imperio del Norte, respectivamente, luego de que Dessalines fuera asesinado el 17 de octubre de 1806, y esa nación quedase dividida de esa manera.
Tanto Pétion como Cristóbal querían que fuesen vencidos los esclavistas franceses que gobernaban la parte oriental de la isla, porque consideraban que mientras éstos la estuviesen gobernando, la independencia haitiana no estaría asegurada, ya que en cualquier momento el territorio del Santo Domingo Español podía ser utilizado como lugar de salida de una invasión a Haití por parte de los franceses, con el fin de apoderarse de su antigua colonia.
Por su parte, el Gobernador de Puerto Rico, entonces colonia española, Toribio Montes, facilitó armas y municiones que serían pagadas con caoba del Santo Domingo Español, y envió doscientos voluntarios, la mayoría de los cuales eran domínico-españoles que habían emigrado a esa isla. Estos desembarcaron en Boca de Yuma y fueron incorporados a las tropas de Juan Sánchez Ramírez.
La batalla decisiva tuvo lugar el 7 de noviembre de 1808 en Palo Hincado, lugar cercano a la ciudad del Seybo, cuando dos mil domínico-españoles, capitaneados por Juan Sánchez Ramírez, se enfrentaron a seiscientos veinte franceses comandados por Ferrand.
A pesar de que sus fuerzas estaban en gran desventaja numérica y de desconocer completamente el terreno que el enemigo había elegido para la batalla, el general francés ordenó atacar. En diez minutos sus tropas fueron aniquiladas.
Solamente unos pocos soldados franceses pudieron regresar con vida a la ciudad de Santo Domingo. Ferrand se suicidó, afligido por la gran derrota, cuya magnitud puede apreciarse en el hecho de que únicamente diez domínico-españoles murieron