Es común que las personas dividamos nuestra alimentación diaria en tres grandes comidas: el desayuno, la comida y la cena. Esta organización parte de nuestras costumbres ancestrales y de algunos estudios epidemiológicos tempranos.
Sin embargo, en tiempos más recientes los expertos han comenzado a cambiar de perspectiva, sugiriendo que optemos en su lugar por comidas más pequeñas pero más frecuentes; según ciertas evidencias, este enfoque ayudaría a prevenir la enfermedad crónica y a perder peso.
Ventajas observadas
Por ejemplo, y como señala el portal de noticias sobre salud Medical News Today, en un principio algunos estudios epidemiológicos indicaron que incrementar la frecuencia de las comidas puede mejorar los niveles de lípidos (grasas) en la sangre y reducir el riesgo de enfermedad cardíaca. Posteriormente, ciertas investigaciones han ido encontrando que las personas que se alimentan de esta manera tenían mejores niveles de colesterol que aquellos que consumen menos de tres comidas al día.
Así, el medio señala también otro trabajo (una revisión de diferentes estudios previos) que encontró que una mayor frecuencia en las comidas se asociaba a un riesgo reducido de padecer diabetes y enfermedades cardiovasculares, según la literatura médica.
Por el contrario, la evidencia a favor de que este patrón puede ayudar con la pérdida de peso es menos concluyente, y existen indicios en ambos sentidos, así como otros que han hallado que no existirían diferencias notables siempre que el contenido calórico total sea equivalente en ambos métodos.
Cómo decidir
Aunque parece ser que existen algunas razones para optar por la recomendación de comer más comidas más ligeras frente a menos pero más copiosas, hay que señalar que muchos de los estudios tienen ciertas limitaciones y la evidencia no resulta definitiva.
De hecho, existen otros factores que sí que se sabe que son mucho más importantes, como el optar por una dieta de buena calidad o el adaptar el contenido calórico al gasto de calorías que conlleva nuestra actividad diaria. Por ello, el patrón puede decidirse más bien en base las preferencias y características de cada uno, prestando atención a las señales que nos envía nuestro cuerpo.