Tamayo. Después de subir y bajar lomas de manera peligrosa por el poco ángulo de las curvas, la vía por suerte asfaltada hasta Honduras, se llega a Vuelta Grande. Allí, a fuerza de la participación en esfuerzos de interés comunitario en compañía de Organizaciones No Gubernamentales (ONG), se asumen iniciativas como la compra de una bomba extractora y paneles solares con la esperanza de que alguna vez se pueda disponer de agua potable.
Pero la agonía se expresa por otras carencias sensibles en el poblado de alrededor de 300 familias de aquella comunidad ubicada a 30 kilómetros al Este del centro de Tamayo: tampoco hay luz eléctrica.
Nunca ha existido el servicio de electricidad, pese a que los cables pasan a alrededor de dos kilómetros de Monte Grande, en cuyo entorno también otros conglomerados disponen de ese “privilegio”. Tales son los casos de las distancias desde Quita Coraza, La Mina, El Memiso y Honduras.
El entonces senador Manuel Paula (PLD-Bahoruco) acompañó a brigadas de técnicos de la Distribuidora de Electricidad del Sur (Edesur), quienes hicieron un levantamiento y elaboraron un proyecto. La iniciativa, depositada en la debidas instancias superiores de la generadora, fue luego engavetado “hasta el Sol de hoy”, como dijo Consensa Mateo.
La búsqueda de agua en los canales y el río Yaque del Sur es una tarea cotidiana de las mujeres de Vuelta Grande
Luego, y ya en época más reciente, no han faltado las promesas de hacer una conexión con Monte Grande, donde se construye la hidroeléctrica que en la región Enriquillo han dado en llamar “El Metro del Sur”.
Por eso el clamor de doña Leonidas Beltré, que a sus 95 años todavía añora que alguna vez suceda el “milagro” de que antes de partir a “otro mundo” pueda ver los bombillos encendidos en su comunidad.
-Imagine uté-. Dijo la señora Beltré con sus brazos abiertos. -Yo que nací y no he salido de aquí a viví´ pa´ ningún la´o-. Y luego se refirió a la falta de luz eléctrica.
-Uté´, que viene de afuera, ¿uté´ cree que ante de yo mori´ pueda ve´aquí la lu´elétrica?-.
Los pozos de la esperanza
Leonarda de León debió abandonar su casa luego que fuerza destruida por las furiosas aguas del río Yaque del Sur, desbordadas al paso de la tormenta Laura a finales de agosto pasado. Mostró un tubo de alrededor de diez pulgadas de diámetro, que se extiende en la tierra hacia una indeterminad profundidad del suelo. Está ubicado en el lado Nordeste de la escuela. Hubo agua, pero se secó igual que las esperanzas de tener el preciado líquido en los grifos.
En Vuelta Grande existen seis pozos con iguales desenlaces: agua en abundancia que luego se disipa, según dijo Santos Beltré, el líder comunitario que se mueve en todas las direcciones, hacia aquí y hasta allá, tras esta o aquella solución.
Beltré también dirigió los esfuerzos comunitarios para que sean comprados la bomba sumergible y los paneles solares “para cuando los gobiernos se apiaden de nosotros”.
Sus expectativas están enfocadas a que sean realizados los estudios de lugar, de manera que sea localizada la fuente acuífera que permita una extracción permanente, que permita el abastecimiento requerido en cada hogar de la comunidad “per saecula saeculorum”, como decían los curas en las misas en latín para expresar una permanencia que se extienda por siglos. l Germán Reyes, fotuto.com
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