San Cristóbal. La señora Eduviges Reyes Franco tiene casi cuatro meses “confinada” dentro de su hogar, sin salir ni a la acera de la calle Cinco del barrio Moscú donde habita, porque la vía permanece anegada desde febrero pasado.
Dice que quiere salir volando y desaparecer, pero su esperanza es que llegue un “aburrido” y le compre la vivienda que habita en esta barriada y que hace tres años le puso un “Se vende”.
“Yo salía al colmado antes y metía los pies en esa agua, pero ya no estoy dispuesta a caminar por esta laguna podrida que tenemos al frente”, dijo.
Agregó que ha perdido el sueño y las ganas de comer, pues por las noches el continuo canto de los sapos, el aguijón de los mosquitos y el vuelo de las cucarachas la incomodan, mientras que en el día el olor nauseabundo y el sucio que provocan las aguas verdes, la enferman.
Las personas que habitan en la zona inundada hacen malabares para salir de sus casas, pues trepan por estrechos callejones y piden a sus vecinos de la calle Cuatro que los dejen pasar por dentro de sus viviendas, o en su defecto, meter sus pies en la laguna.
Estas aguas de lama verde burbujean, como una olla de agua hirviendo, y los gases que expiden inundan toda la comunidad.
Pero aún con ese panorama, los niños de la señora Juana Yudelkis Pérez tienen que meter sus pies todas las mañanas en el agua nauseabunda cuando salen rumbo a su centro de estudios.
El drama del barrio Moscú de San Cristóbal, ubicado a unos 12 minutos de Santo Domingo, lo viven en la actualidad más de 50 familias a las que las inundaciones de enero y febrero se resisten a liberar sus patios y calle frontal.
Hay familias que tuvieron más suerte que la de Yudelkis y encontraron un refugio en casas de sus familiares hasta que las autoridades solucionen la situación del barrio, pero sus viviendas se deterioran paulatinamente por el lodo que las invade.
Solución
El pastor evangélico y dirigente comunitario, Alex Doñé, dijo que el problema del barrio Moscú se soluciona con un sistema de drenaje que permita conducir las aguas pluviales y residuales del barrio fuera de allí.
Informó que en total se inundan un promedio de 200 viviendas en Moscú, pero unas 150 se liberan al cabo de varios días.
Recordó que hace alrededor de siete años se inició un proyecto de solución pluvial, pero solo hicieron filtrantes en el subsuelo, sin tuberías y nunca funcionó.
Destacó que en el barrio Moscú hay cuatro puntos críticos, que concentran las calles Ocho y Cuatro en la parte oeste del barrio, así como las Cinco y la Diez de la parte Este, donde la situación demanda solución con carácter de urgencia.
Dijo que mientras tanto la gente solo espera que el sol sea generoso con ellos y evapore esas inundaciones, para tener un respiro, porque a la vista no ven solución alguna.
“Hay una situación y es que al no haber sistema de drenaje, a esta laguna que se ha formado también van a parar las aguas servidas de los hogares”, informó Alex Doñé.
SI CAEN SIETE GOTAS DE AGUA, SE LLENA EL BARRIO
“Aquí los mosquitos, las moscas, ratones y todo tipo de insectos y aninmales rastreros nos azotan. Esto es invivible y la peor parte es que la gente tiene que caminar por esas aguas”, manifestó Ramona González. Mientras que Yudelkis Pérez también quiere salir huyendo de su humilde vivienda de madera, la cual ha tenido remienda continuamente, porque la humedad le ha podrido la madera.
“Yo siento mucha pena por mis hijos y mi nieta que no tienen cómo jugar con libertad, porque aquí todo permanece húmedo y hediendo”, dijo.
Doña Eduviges, de 82 años, dice que sufre mucho, porque se siente como si estuviera presa. “Esas aguas son un veneno. Es más, yo no recuerdo la última vez que vi mi barrio seco. Ay Dios, que el Presidente nos ayude, por favor”, exclamó. Dijo que su mayor deseo es vender su casa y tanto ella como sus vecinos han colocado letreros “Se Vende”, pero en tres años nadie se ha interesado por preguntar sobre precios.