La histórica villa de Salvaleón de Higüey, fundada hacia el año 1505 (¿) por Juan de Esquivel, conquistador de Jamaica, blasonada con escudo real por orden del Rey de España, fue el primer santuario de María en América.
El actual templo de mampostería se comenzó a edificar a mediados del siglo XVI por el Can. Don Alonso de Peña y el Mayordomo Don Simón Bolívar, quinto abuelo del Libertador de América del Sur.
Esta sólida construcción que ha resistido inconmovible como una roca a todas las inclemencias del tiempo, tiene una sola nave, sobria, con techo en forma abovedada, que sostienen cinco arcos, de elegante sencillez y robustez.
La cúpula forma una media naranja completa y una concha cobija el sitio que ocupa el altar mayor. Una estrella formada de piedra es la decoración de la cúpula; en los arcos lucen incrustados en serie hermosos rosetones.
El altar mayor, en cuyo centro se destaca el nicho de plata que guarda el Santo Retablo, es obra de arte del siglo XVI, magnifica, ejecutada en rica caoba tallada a mano. La mesa del saltar luce un artístico frontal de plata, metal que cubre también las gradas y el Sagrario.
La parte exterior del templo es sencilla, así como la torre o campanario, de escasa elevación, que guarda sonoras campanas donadas por el piadoso caballero don Joaquín Alfáu en el año de 1864, quien también obsequió el pavimento de mármol del templo en el año de 1876.
El Santuario atesora valiosísimas prendas de valor histórico, que son objeto siempre de la curiosidad de los visitantes; entre otras se encuentran principalmente: el marco de oro y plata de la Virgen, con incrustaciones de piedras preciosas, destacándose en él la rica esmeralda rodeada de brillantes, que su Santidad Pío X regaló a nuestro bien recordado Arzobispo Adolfo Alejandro Nouel en ocasión de su elección como Presidente de la República, y que ese ilustre prelado donó a la Virgen de la Altagracia como segura prenda de su amor y acendrada devoción; una gigantesca y artística custodia de oro de la era colonial; un elegante trono de planta con incrustaciones y campanillas de oro del año 1811 para sacar la procesión del Sagrado Cuadro de la Virgen; un vistoso guión de plata obsequio del Presidente de la Real Audiencia de Santo Domingo en el año de 1737; Igualmente, de oro y plata una porta viático; un crucifijo, dos cálices y copones, seis varas del palio, cruz y ciriales parroquiales, candelabros y floreros, y otros objetos del culto de plata antigua.
Hoy la joya de mayor valor histórico, religioso, espiritual y material con que cuenta el santuario, es la hermosa corona de oro y piedras preciosas, rematada en una cruz de diamantes que sostienen dos ángeles de oro macizo, de siete filos de peso, que fue confeccionada con el oro y alhajas donados por el Pueblo Dominicano para su Canónica y Pontificia Coronación, celebrada sobre el Altar de la Patria el 15 de Agosto del año 1922. (Memoria de la Basílica Menor …pág. 17).