Santo Domingo, RD. – El sonido de las goteras, el olor a humedad y el lodo es lo que se percibe al entrar al oscuro sótano donde vive la señora Basilia Figuereo Martínez, a quien las lluvias del pasado viernes 4 de noviembre le siguen pasando factura.
Para entrar a su vivienda hay que pasar entre la hierba y hojas de plátano cercanas a la cañada El Mangular, en Batey Bienvenido. También por calles angostas y deterioradas del sector ubicado en Manoguayabo, Santo Domingo Oeste.
Con rostro demacrado y mirada angustiada, Figuereo Martínez, de 65 años, explicó que las lluvias la obligaron a salir de su hogar, donde vivía con su hija y sus nietas. Una de ellas es “Naty”, de 19 años, quien fue diagnosticada a los tres meses de vida con una condición que le impide caminar.
Ahora Figuereo Martínez está residiendo, temporalmente, en una pequeña casa alquilada desde que todas sus pertenencias se vieron dañadas por las lluvias.
“Es obligado echar para adelante, para suministrar a la familia”, declaró la mujer, quien trabaja en una casa de familia y hasta el momento no ha recibido ninguna ayuda de las autoridades.
Ella clama para que el gobierno acuda en su auxilio y, sobre todo de su nieta, que a pesar de las precariedades no dejaba de sonreír.
La señora contó que ha vivido en la casa afectada por las lluvias por más de 20 años, y que no ha sido la primera vez que ha visto la furia de la cañada. Los intensos aguaceros del pasado 4 de noviembre fueron causados por una vaguada y una onda tropical.