La provincia San Pedro de Macorís ha realizado aportes esenciales en la formación de la dominicanidad, es decir; del conjunto de atributos, valores y símbolos que representan la esencia de lo que es la sociedad dominicana actual.
La cultura dominicana no podría valorarse en su justa dimensión sin tomar en cuenta el aporte petromacorisano en áreas como el béisbol y la literatura. Esta aportación se desarrolló principalmente a lo largo del siglo XX, pese a que el progreso material de la provincia llegó a su máximo nivel en el primer cuarto de ese siglo.
A pesar de la corta historia de San Pedro de Macorís, sus aportes a la cultura dominicana son extraordinarios, no sólo desde el punto de vista material y espiritual, sino también por la cantidad de sus hijos que se han consagrado como exponentes de los valores culturales nacionales.
Para tener una idea aproximada de cuánto ha contribuido San Pedro de Macorís en la conformación de la cultura dominicana basta con revisar la amplia lista de escritores, periodistas, profesionales (médicos, abogados, etc.), empresarios, deportistas, artistas plásticos, y de otras disciplinas, que ha legado esta provincia al país, y que están mencionados en la parte histórica de esta publicación.
Uno de los detalles que ha caracterizado a la provincia a través de los tiempos ha sido su cosmopolitismo, a causa del encuentro en ella de inmigrantes de diversos grupos étnicos.
Los inmigrantes y sus aportes a la cultura macorisana
A comienzos del siglo XX en los ingenios de la provincia había una alta proporción de trabajadores extranjeros en las labores fabriles; llegaban a más del 70% de los empleados, según el historiador Cassá.
El elevado número de inmigrantes puede medirse tomando como ejemplo el año 1932, en el cual el municipio San Pedro de Macorís tenía 25,254 habitantes, de los cuales un 35 por ciento (8,873 personas) eran extranjeros. También hubo migrantes que se dedicaron al comercio, como los árabes y europeos.
Los inmigrantes fundaron sociedades, clubes, escuelas, comercios; introdujeron tradiciones culturales propias y las mezclaron con las de los dominicanos y de otras nacionalidades, creando un ambiente cosmopolita en la ciudad, con diversas colonias interactuando simultáneamente
El primero organismo de inmigrantes que se creó fue el Centro Recreativo Español, formado en 1911 y cuyo edificio se inauguró en 1914 (siguiendo este ejemplo, los españoles residentes en Santo Domingo crearon la Casa de España). Entre sus fundadores estuvieron varios destacados comerciantes de la ciudad: José Armenteros, Antonio Casasnovas, y otros. El mismo año allí surgió a su vez un organismo de ayuda mutua, Fa Sociedad Benéfica Española.
Posteriormente se fundaron e Club Unitario Puertorriqueño (de donde se derivó el Casino Puertorriqueño), y el Centro Unión Sirio Libanés Palestino, promovido por otros comerciantes árabes tales como Antonio Haché, Juan Hazim, Jorge Kury, Miguel Feris, entre otros.
Con el incremento poblacional y del número de inmigrantes se diversificaron también los cultos religiosos. Aparte de la iglesia católica, en la provincia, tanto en las ciudades como en algunas zonas rurales, se establecieron cultos y templos pertenecientes a las iglesias moraviana, presbiteriana, anglicana, evangélica y adventista.
Los Cocolos
Francisco Comarazamy describió a los primeros inmigrantes de las islas inglesas del Caribe de este modo: «Aquellos inmigrantes eran gentes de costumbres familiares. Por lo general sabían leer y escribir y profesaban la religión anglicana y asistían a las misas dominicales y cantaban en coro versículos de las santas escrituras. Vestían bien y tenían sus trajes negros y sus calzados de charol para ocasiones ceremoniales. Tenían su logia odfélica y mantenían un club denominado «Black Star Line», asociación afiliada a la Universal Negro lmprovement Association. Jugaban cricket con la misma destreza de un lord inglés… Eran gentes de categoría en su conducta social».
Una de las manifestaciones culturales que identifican a San Pedro de Macorís surgió como expresión de uno de esos pueblos de inmigrantes llegados a finales del siglo XIX. Se trata del baile de los Gulotas, que en menos de un siglo se convirtió en un elemento importante de la cultura macorisana.
Los guloyas
San Pedro de Macorís tiene un calendario de festividades durante todo el año, salpicado con las pintorescas expresiones de los cocolos. Una de la más notables muestras de esa cultura es el baile, de un origen sincrético; nutrido de raíces africanas, inglesas, caribeñas y dominicanas. Se puede hablar de diferentes danzas de los cocolos, tales como el baile de David y Goliat y los Momices, pero la más conocida de todas es la de los gulotas, personajes vestidos con un impresionante traje que salen a recorrer las calles de la ciudad de San Pedro de Macorís en diferentes fechas de año.
La parafernalia guloya incluye un majestuoso sombrero confeccionado con plumas de Pavo Real, de varios pies de largo, y que conforme crece se estrecha de forma estilizada. Las fechas de salida a las calles de estos bailarines son: 1° de enero, 27 de febrero, 16 de agosto y 29 de junio, cuando se celebran las festividades de San Pedro, patrón de la ciudad. Uno de los escenarios guloyas es el barrio Miramar. El más conocido de los jefes guloyas fue, hasta su muerte, Teófilo Shiverton (Primo el Guloya), artífice de la coreografía que se conoce.
Sociedades culturales
La tradición organizativa en San Pedro de Macorís se inició en 1859, cuando se formé la sociedad Amor a la Caridad, que prestó sus servicios a enfermos y se hizo cargo de velatorios y entierros de personas desvalidas. Esta labor caritativa fue continuada a lo largo de los años por las órdenes religiosas que allí se establecieron y que operaban a través de las iglesias.
En 1879 el escritor y periodista Francisco Javier Angulo Guridi, quien se había educado en Cuba y fue uno de los primeros en publicar obras literarias en el país, creó en San Pedro de Macorís la sociedad Amantes de las Letras, la cual instalé en 1880 la primera biblioteca de la comunidad, bajo el nombre de «Hija del esfuerzo». De esta sociedad formaron parte Luis A. Bermúdez y Antonio Soler quienes luego se destacaron como escritores y activistas del patriotismo.
Angulo Guridi falleció en San Pedro el 5 de diciembre de 1884, y poco después desapareció la sociedad inspirada por él. Pero a los pocos años le sucedió otra, la «Amantes del Estudio», formada el 5 de junio de 1890 por iniciativa de José Francisco Camarena y Lorenzo Justiniano Bobea Castro, quien luego se destacé como periodista. A esta le fueron donados los libros de la biblioteca de la extinta sociedad, y la nueva fue abierta el 14 de diciembre siguiente.
La sociedad Amontes del Estudio se convirtió en el Ateneo de Macorís el 5 de junio de 1895, a instancias de su presidente en ese momento, Quiterio Berroa y Canelo.
Fiestas patronales
Las fiestas patronales de San Pedro de Macorís las estableció en 1863 el presbítero Elías González, quien fue el primer cura párrafo después de la comunidad ser elevada a Común el año anterior. En la provincia también surgió la veneración por la Virgen de la Caridad. Cada año se dedicaran dos novenarios, uno en junio para San Pedro y otro en agosto para la Santísima Virgen de la Caridad.
Festividades principales, actividades y celebraciones
• El l° de enero: los guloyas salen en la mañana a bailar por las calles de la ciudad.
• Del 6 al 26 de febrero: se celebra el carnaval popular.
• 29 de junio: se celebran las fiestas patronales en honor a San Pedro. Ese día también salen los guloyas a bailar a las calles.
• 10 de septiembre: aniversario de la provincia San Pedro de Macorís.
• El 8 de diciembre: se celebra la fiesta de la Inmaculada Concepción, patrona de la ciudad de Ramón Santana.
Debido a la fuerte presencia de población de origen haitiano en San Pedro de Macorís, ésta es otra de las provincias donde, además de las tradicionales fiestas de palos y atabales, se llevan a cabo las festividades de gagá una fiesta sagrada realizada por grupos de creyentes en la religión vodú, de origen africano y caribeño. Estas celebraciones tienen efecto, como en otros lugares del país, durante la Semana Santa, desde el jueves santo hasta el domingo de resurrección.