Huelga de transporte, protestas en la universidad y ahora el tradicional nein alemán a las promesas de Emmanuel Macron. El presidente francés se presenta este martes ante la Eurocámara con una batería de ideas para reforzar el euro de una vez por todas. Pero el líder que machacó a los populistas se enfrenta a la cruda realidad: no está claro cómo va a traducir las bellas palabras de sus pomposos discursos en medidas a la altura de su ambición. Berlín rechaza todas y cada una de sus propuestas; una decena de socios del Norte van en la misma línea.
Europa lleva toda la Gran Recesión diciendo que la arquitectura del euro sigue siendo deficiente y que puede que no aguante la próxima crisis. Pero nadie es capaz de convencer a Alemania: reformar la eurozona siempre se ha parecido más a subir una cuesta en bicicleta que a pisar el acelerador de un coche deportivo. Esta vez no es distinto. Macron llegó al poder hace casi un año y pareció que podía lograrlo. Consiguió incluso solemnes promesas de la canciller Angela Merkel si hacía las reformas que Francia lleva décadas posponiendo. Esas reformas han llegado (acompañadas de protestas), pero las promesas alemanas se las lleva el viento: el partido de Merkel rechaza todas las propuestas de Francia para reforzar el euro, según un borrador de una resolución presentada ante el Bundestag, el Parlamento federal alemán.
La Comisión lanzó una batería de propuestas en diciembre al hilo de las de Macron. Pero las larguísimas negociaciones para formar Gobierno en Alemania y el panorama político en Italia, con el ascenso de los populismos de derecha e izquierda que pueden acabar coaligándose, ha acabado con la ventana de oportunidad que parecía abrirse para reformar el euro. Los líderes europeos plantearon en marzo pasos adelante en la unión bancaria y la transformación del mecanismo de rescate (Mede) en un Fondo Monetario Europeo, pero los alemanes han dejado claro su rechazo. Una decena de países aún más ortodoxos, capitaneados por Holanda, rechazaron cualquier tipo de avance en un documento presentado en marzo. “Va a haber pocos avances en junio; quizá algo cosmético”, apunta una alta fuente comunitaria.
Bruselas, además, tiene previsto presentar en breve un presupuesto anticrisis que para ser creíble debería tener una potencia de fuego de al menos 30.000 millones de euros, según las fuentes consultadas. La respuesta alemana es la misma de siempre: no.
Alemania ha atravesado plácidamente la crisis. Gastó montones de dinero en sus bancos y sufrió una caída del PIB en 2009, pero roza el pleno empleo, su economía tira con fuerza, se financia a tipos de interés negativos y presenta un superávit comercial muy abultado, que se niega a reducir a pesar de que viola las reglas europeas. “Es posible que Berlín permita algo de gasto en defensa y seguridad, pero los líderes tendrán que conformarse con aprobar en junio la enésima hoja de ruta”, dice Daniel Gros, del laboratorio de ideas CEPS. “Va a haber medidas muy aguadas, y desde luego nada de una función de estabilización macroeconómica. Macron tendrá que emplearse a fondo para vender ese paquete como una victoria, algo que se antoja difícil”, subraya André Sapir, de Bruegel.
Acuerdos escasos
Los dos Gobiernos multiplicarán los contactos en las próximas semanas para publicar una propuesta conjunta, pero las fuentes consultadas destacan que de momento los acuerdos son escasos. El chasco es fenomenal para quienes esperaban que el socialdemócrata Olaf Scholz diera un volantazo respecto a las políticas de su antecesor en Hacienda, Wolfgang Schäuble.
Los jefes de Estado y de Gobierno debían aprobar en junio un backstop para el fondo de resolución bancaria (un colchón para cerrar bancos sin que se genere inestabilidad financiera): la CDU ya ha avanzado su rechazo, aunque las instituciones europeas creen que ese instrumento nunca se va a utilizar. Debería haber también un acuerdo político para crear un fondo de garantía de depósitos mutualizado: Berlín se opone aunque el BCE dice que las transferencias cruzadas serían muy limitadas. Para la creación del Fondo Monetario Europeo, Alemania exige un cambio de tratado: una quimera. “Para ver auténticas reformas habrá que esperar a la próxima crisis”, concluye Paul de Grauwe, de la London School. “Puede que para entonces ya sea tarde”, cierra Charles Wyplosz, del Graduate Institute de Ginebra.
Lucha de poder en la Eurocámara
ÁLVARO SÁNCHEZ
A poco más de un año de las elecciones que renovarán la Eurocámara, la irrupción del partido de Emmanuel Macron en el Parlamento Europeo se aguarda con gran expectación. Aunque su lugar natural es teóricamente el grupo de los liberales, y ha habido acercamientos con su líder, Guy Verhofstadt, el presidente francés no se ha comprometido con ninguna de las alianzas ya constituidas. La idea de una nueva formación a imagen y semejanza de Macron, defensora de su agenda de reformas, aparece en el horizonte como una posibilidad cada vez más viable, pero dada la incertidumbre, se observará con lupa cualquier referencia al respecto en su discurso de este martes en Estrasburgo.