Su actuación fue decisiva en la lucha contra los ingleses, en 1655, derrotando con sus lanzas y arcabuces, con sus estrategias y don de mando, a más de nueve mil hombres capitaneados por el almirante William Penn y el general Robert Venables, por órdenes de Oliverio Cromwell, que gobernaba Inglaterra y aspiraba a conquistar la isla de Santo Domingo.
En reconocimiento a su heroísmo en esas luchas, se bautizó con el nombre de Damián del Castillo una calle de Santo Domingo que es prácticamente un callejón, aunque en otros tiempos fue tan famosa que inspiró a novelistas, costumbristas, poetas, por su discreta belleza y la prestancia de sus antiguos moradores.
Con la disminución de la vía desaparecieron la identidad de Damián y, por ende, la historia de sus hazañas. No lo recuerdan ni personas mayores de San Carlos, Villa Consuelo y Villa Francisca por los que cruzaba la otrora frecuentada calle. Sin embargo, han permanecido con esta distinción Álvaro Garabito y Juan de Morfa, sus compañeros en esas desiguales batallas en las que fueron vencidos los ingleses.
El historiador Bernardo Vega, autor de un novedoso libro sobre este suceso, “La derrota de los ingleses en Santo Domingo, 1655”, sugiere que también sea bautizada una calle con el nombre de Pedro Vélez Montilla, otro criollo, que murió tras haber demostrado su arrojo en las primeras contiendas.
Damián del Castillo aparece citado en los textos de antiguos cronistas, pero el único que ofrece datos biográficos es Emilio Rodríguez Demorizi en su obra “Invasión inglesa de 1655”, publicada en 1957. Vega agrega a este ejemplar documentos que localizó en archivos ingleses. Vetilio Alfau Durán publicó por primera vez en 1969, en la revista ¡Ahora!, una foto del llamado “Gran Protector de Inglaterra”, Oliverio Cromwell, señalando el territorio que mandó ocupar y del que los ingleses huyeron pese a sus navíos, poderosas armas e innumerables soldados.
La investigadora Irene A. Wright, citada por Rodríguez Demorizi, consignó que “los ingleses de la época estuvieron de acuerdo en confesar que ese fue “uno de los más vergonzosos desastres que jamás sufrieran las armas británicas”.
Vega describe las persecuciones al enemigo, los sitios donde criollos y españoles los aniquilaban, herían, apresaban. En Sainagúa, Damián del Castillo mató al primero “habiendo otro escapado herido y capturando a uno quien declaró que la flota era inglesa, que contaba con nueve mil hombres y cien caballos, habiendo desembocado seis mil”.
Bernardino de Meneses y Bracamonte, Conde de Peñalba, es tenido como el héroe principal de la gesta y fue quien seleccionó a Damián, reconocido por su valentía y astucia. La principal avenida de la Ciudad Colonial y la Puerta de la antigua ciudad le rinden tributo.
Del Castillo estuvo peleando y mandando a sus hombres desde el Castillo de San Gerónimo, en los bosques de Haina, Engombe, Manoguayabo, en los montes de Najayo, en Palenque y otros lugares desde que desembarcaron por las playas de Nizao el 23 de abril de 1655. Ya el 14 de mayo “se retiraban precipitadamente”.
Apenas tenían raciones de comida para tres días, apunta Vega, pero tras los primeros ataques, abandonaron su campamento, su comida, municiones y armas.
Buscaban agua, por lo que huían hacia el río, lo que aprovechaban los lanceros criollos para apresarlos o matarlos. “Los ingleses murieron de sed. Quién sabe si excedieron a los que murieron víctimas de los lanceros”, manifiesta Vega.
“Desde las murallas de la ciudad hasta el río Haina, el cual es salobre, hasta las alturas de Engombe y Manoguayabo, solo existía una fuente de agua y por eso allí se luchó mucho. Esa fuente, El Pozo del Rey ubicada a media milla de la ciudad”, fue mandada envenenar por Damián del Castillo, quien además puso otras celadas.
Damián, el miliciano. Damián nació en Monte Plata en 1661, hijo de Damián del Castillo y Antonia Beltrán. El lugar de su llegada al mundo lo ofrece Bernardo Vega. Comenzó el ejercicio de miliciano a los 14 años de edad. Fue nombrado visitador (añal) de los negros esclavos de los ingenios. En 1631 recibió el título de regidor.
El presidente interino Alonso de Cereceda le dio título y oficio de capitán de milicias. Le designaron, además, Comisario de bastimentos. En 1640 fue nombrado Alcalde de la Santa Hermandad “con ocupación continua de perseguir a los negros cimarrones y sus sementeras y bohíos”.
En 1644 tuvo a su cargo la fortificación de la ciudad desde el cabo de las murallas hasta el paso que llaman de las Canoas” y en 1649 “hizo el quinto viaje a Maniel para destruir a los negros cimarrones y sus sementeras y bohíos, peleó contra ellos y los desbandó”.
Era negociante y se convirtió en Maestre de Campo tras ordenar a Álvaro Garabito durante la invasión de Penn y Venables, no ejercer ninguna acción en Haina sin su parecer. En estas anotaciones de Rodríguez Demorizi se hace constar que a Damián se le dio “nombramiento y título de tal que gobernase toda la infantería y lanceros”.
Se menciona como su hijo a Juan del Castillo Torquemada. Damián falleció el 21 de diciembre de 1667.
La calle. El 13 de noviembre de 1934 se designó Damián del Castillo la calle que nacía en la “Jacinto de la Concha” y terminaba en la desaparecida “Braulio Álvarez” en recuerdo de sus proezas durante la invasión inglesa. Así se aprecia en mapas de 1938 y 1958. Pero ya no figura en planos posteriores. Las reformas urbanas de Balaguer se llevaron gran parte de la vía y sus viviendas. La orilla que fue localizada no tiene rótulo.
Bernardo Vega propone la construcción de una estatua representativa de los lanceros, donde aparezca uno con su lanza, jarreteando una vaca, porque esos 400 hombres fueron el grupo más efectivo en la lucha contra los ingleses, más que los 500 españoles, exclama. “Les tenían miedo, les decían “cow killers”. Pide que las calles con los nombres de Castillo, Garabito y Juan de Morfa terminen en ese monumento.
Expresa que esa victoria fue lo que decidió “que hoy sigamos hablando español y llegáramos a ser independientes en 1844. Ellos garantizaron que nos mantuviéramos como hispanoparlantes, sino, la isla se hubiese convertido en lo que fue Jamaica: una posesión inglesa, angloparlante, protestante, con mayor proporción de esclavos, y se mantuvo así hasta 1960”.
Significa que de todos los que tienen calles con sus nombres, “Damián del Castillo fue el más perjudicado”.